Se ha anunciado la celebración de dos tedeum: uno en la iglesia cristiana evangélica Fraternidad Cristiana, y otro, más tradicional quizá, en la Catedral Metropolitana. Es el tercer tedeum convocado con motivo de la transmisión de mando, habiéndose realizado los anteriores en 2004 (Berger) y 2008 (Colom).
Al margen de ser espacios políticos que las iglesias aseguran con el nuevo gobierno, no es claro quién está realizando una ceremonia para agradecer qué. En su primera “edición”, el gobierno de corte conservador de Berger, a la usanza de los conquistadores y criollos, solicitó a la Iglesia católica que realizara un tedeum para celebrar (agradecer a Dios), su victoria electoral.
Parece que dos eventos electorales después, esta práctica se está volviendo una tradición, algo que al parecer nos fascina a los guatemaltecos. Bueno, resulta lógico que el general Otto Pérez Molina, el Partido Patriota (PP), y el resto de autoridades electas quieran seguir esta “tradición”, y por ello le hayan solicitado a la Iglesia católica y a la Fraternidad Cristiana las ceremonias de agradecimiento.
Pero, ¿qué tenemos que agradecer ahora el resto de ciudadanos? En particular, ¿qué agradecerán los feligreses que asistan a esos dos tedeum, que no son miembros del PP o no que tengan motivo para agradecerle a Dios la victoria electoral?
Y es que se agradece algo que ya ocurrió, un hecho del pasado. Así que la ciudadanía no tiene, todavía por lo menos, nada qué agradecerle al nuevo gobierno. Así que este no es un tedeum de los ciudadanos y los feligreses no militantes del PP. Entonces ¿por qué la asistencia masiva, por miles, a una ceremonia de agradecimiento de Pérez Molina y su partido político?
Lo que sí habrá quedado en el pasado es la gestión gubernamental de Álvaro Colom. Sin embargo, con el bombardeo mediático de denuncia (no siempre seria y sustentada), y desprestigio (en algunos casos, incluso rayando en el insulto irracional), dudo mucho que alguien quiera realizar un tedeum para el gobierno saliente. Y es que sin duda sí hay aspectos negativos y reprobables, pero un análisis serio y equilibrado revelaría aspectos positivos y que la ciudadanía podría agradecer, por pocos y escasos que sean. Pero eso está en la más cruda imposibilidad.
Me pregunto si en esos dos tedeum, además de regocijarse por el triunfo electoral de Pérez Molina y del PP, también ser rezará para que el nuevo gobierno haga bien las cosas. ¿Se rezará acaso porque los diputados privilegien los intereses de Estado y el bien común sobre sus intereses personales y politiqueros? ¿Porque el Congreso apruebe la reforma fiscal como un acto de responsabilidad elemental, y con ello el nuevo gobierno posea capacidad financiera para cumplir sus promesas electorales y atender las expectativas de sus electores?
Me parece que las iglesias y congregaciones religiosas, en vez de coquetear con el nuevo presidente organizándole fastuosas ceremonias de agradecimiento por su triunfo electoral, podrían bien promover un ejercicio más honesto de su fe. Si de verdad creen en la fe que profesan, los feligreses necesitan más pedir porque los nuevos gobernantes no los defrauden y cumplan lo que prometen, en vez de sonsacarlos con un tedeum.
O, como dirían los doctores de la iglesia: Oremus Te (ruego, súplica), y no Te Deum. Es decir, para los creyentes practicantes este debiera ser más un tiempo de rogar porque todo salga bien, que de celebrar algo que está por verse si ocurrirá.
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