La semana pasada, Del Cid y Figueroa publicaron el libro ¡Yo no quiero ser reconocido como un hijueputa más!, título que corresponde a la frase que Alejandro Giammattei usó como mantra durante la campaña electoral de 2019. Es una recopilación de investigaciones periodísticas publicadas en los medios digitales Artículo 35 y Vox Populi sobre 15 casos de abusos y de actos de corrupción cometidos por el presidente Giammattei y algunos de sus allegados. Como se suele decir, el libro no tiene desperdicio.
Expone casos escandalosos como el de la finca que presuntamente fue adquirida vía testaferros y que está terminando de construirse, pero cuyos beneficiarios reales serán Giammattei y su familia. Dicho caso también incluye la construcción anómala de una carretera con un costo de 58 millones de quetzales con un paralelismo vergonzoso al caso de la exdiputada Delia Bac, quien, cometiendo el delito de concusión, se interesó de manera directa en la construcción de un tramo carretero con un costo de 1.9 millones de quetzales que supuestamente beneficiaría a una aldea, pero resulta que tal aldea no existía, por lo que la carretera era para beneficiar a un spa propiedad de la entonces diputada. Giammattei sigue negando su vinculación con la compra de esa finca y con la construcción de la carretera, pero la investigación periodística prácticamente no deja dudas de que Giammattei está mintiendo.
Este caso escandaloso de la finca y de la carretera resulta más que suficiente para sustentar el enojo ciudadano en contra de Giammattei y justificar la exigencia de su renuncia, pero es solo el primero de los 15 presentados. Del Cid y Figueroa han investigado a algunos de los allegados a Giammattei más poderosos (se destacan los casos de Miguel Martínez y de Giorgio Bruni) y se revelan con detalle los privilegios y las cuotas de poder desproporcionadas y abusivas que estos han detentado, así como sus acciones corruptas y de nepotismo.
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Sin embargo, los 15 casos abordados en el libro van mucho más allá. Investigaron el rol de muchos otros personajes con perfiles mediáticos más bajos que los de Martínez y Bruni. Cubren allegados a estas dos personas, como Demci Arnoldo López Villatoro, nombrado agregado cultural de la Embajada de Guatemala en España, quien actualmente estaría jugando un rol importante en las cuestionables relaciones guatemaltecas con aquel país y en procurarle protección e impunidad a Martínez y a Giammattei, además de una casa lujosa a los padres de Martínez.
No todos los personajes investigados tienen una relación añeja con Giammattei. Según las investigaciones, otros como el exministro de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda Josué Lemus establecieron su relación con el presidente por intereses políticos y coyunturales, vía operadores como Giorgio Bruni. Estos hallazgos revelan historias vergonzosas de codicia, de traición y de una corrupción galopante heredada de la gestión de Jimmy Morales, ahora corregida y aumentada.
Es de conocimiento público que estas investigaciones han generado reacciones y actos de violencia e intimidación en contra de Del Cid y Figueroa. El libro da cuenta de los casos más graves, que encuentro magistralmente resumidos en la fotografía de Pía Flores de la página 3, en la cual se ve a Del Cid confortando a Figueroa luego de su tránsito por las carceletas del Organismo Judicial. Quizá solo el peor de una serie de actos intimidatorios y de censura.
Recomiendo leer ¡Yo no quiero ser reconocido como un hijueputa más!, un trabajo serio que desnuda la cruda y asquerosa realidad de la corrupción actual en Guatemala. Y juzgue usted, lector o lectora, con criterio propio si Giammattei es o no un hijueputa más.
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