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Uno de los Gateadores de San Andrés Sajcabajá llega de rodillas al templo El Calvario, para continuar con el recorrido por el pueblo, el Viernes Santo.

Fotogalería | La pasión de los Gateadores

Edwin Bercián
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Fotogalería | La pasión de los Gateadores

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En San Andrés Sajcabajá un grupo de devotos indígenas recorre un kilómetro y medio sobre sus rodillas. Conmemoran la pasión de Cristo con una práctica ancestral y reconocida como Patrimonio Cultural del país.

San Andrés Sajcabjá está ubicado en Quiché al occidente del país, la mayor parte de su población es descendiente del pueblo K’iché y es uno de los 21 municipios de este departamento que aún conserva su herencia cultural.

Este lugar se caracteriza por realizar el Vía Crucis de los Gateadores, que conmemora la pasión, muerte y resurrección de Cristo, una práctica ancestral transmitida a cada generación.

Cada Viernes Santo realizan una ceremonia de penitencia por las calles y avenidas del pueblo. Inicia desde la iglesia local hasta llegar al templo El Calvario, recorriendo alrededor de un kilómetro y medio.

Previo a realizar el Vía Crucis, los Gateadores deben prepararse por cuarenta días desde que inicia la cuaresma. En este tiempo permanecen aislados y no pueden relacionarse con su familia y amistades.  Asumen el compromiso de  participar por siete años consecutivos.

Conforme transcurren las primeras horas del día, decenas de personas se acercan a la iglesia local. Vendedores de granizadas, tortillas con frijol, papas fritas y pollo observan desde sus puestos el inicio de la actividad.

El primer grupo en salir son los Changaliques, quienes buscan interpretar la crucifixión amarrando un palo con espinas en la espalda de una persona, mientras otro grupo apoya en cargar una cruz de madera al ritmo de tambores y la chirimía.

Luego llegan los Gateadores, colocan coronas de espinas amarradas al cuerpo, una en la espalda y otra en la cabeza. Van descalzos y llevan el torso desnudo. Portan un rosario en su mano que los acompaña en sus plegarias, su rostro permanece cubierto con pañuelos para que nadie sepa su identidad.

Son asistidos por dos ayudantes quienes colocan mantas o frazadas por el suelo adoquinado y caliente en el cual gatean durante cuatro horas, este recorrido busca expiar los pecados y que las peticiones de abundancia y bienestar por la tierra y el agua sean escuchadas. Mientras van rezando, los asistentes proveen de aguardiente o «cusha» producido en ese lugar semanas antes.

La mitad del trayecto se da lugar en el  templo El Calvario, trece candelas son colocadas dentro del lugar, el suelo de tierra hace inevitable que el polvo se levante en el templo. El calor se vuelve sofocante y decenas de personas con sombreros y con bebidas espirituosas en sus manos acompañan la oración colectiva que realizan los Gateadores.

Al finalizar el trayecto, la afluencia de personas alrededor del cortejo disminuye  a diferencia de las horas anteriores, los cantos en idioma maya K’iché se hacen más fuertes al ingresar a la iglesia católica donde todo inició, mientras los Gateadores se encaminan uno a uno hacia una cruz colocada antes de llegar al altar.

Los Gateadores de San Andrés Sajcabajá fueron declarados por el gobierno anterior como Patrimonio Cultural Intangible de la Nación bajo acuerdo gubernativo 296-2022.

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