Esta democracia llega a raíz de una revolución que no solo vuelve a establecer la democracia en Guatemala, sino que también le regresa a la ciudadanía sus derechos más básicos, como el de reunión y manifestación, el de asociación y la libre expresión. Sin embargo, en 1954 se interrumpe el proceso democrático con el golpe y derrocamiento del coronel Jacobo Arbenz y regresamos a los regímenes autoritarios. Después de aproximadamente 30 años de regímenes represivos, en 1985 se vuelven a establecer las elecciones libres y se elige democráticamente a Vinicio Cerezo como presidente. En consecuencia, observamos como la firma de los acuerdos de paz, en 1996, contribuye al fortalecimiento del sistema democrático en Guatemala, pues se logra promover principios de equidad e inclusión de los sectores marginales de nuestra sociedad.
Sin embargo, podemos observar que después de más de 20 años de elecciones libres, la existencia de una democracia electoral no ha propiciado el fortalecimiento de los partidos políticos, el cual persiste débil y fragmentado. Según Edmundo Urrutia, “los partidos políticos son precondición para consolidar la democracia”, por lo que se establece una relación simbiótica entre los éstos y aquélla. Las debilidades más notables que encontramos en nuestros partidos políticos son varias. A mi juicio, las más notables son la democracia interna; la carencia de ideología, visión y programas de gobierno; falta de capacitación de sus bases internas y falta de representación de todos los sectores de la sociedad. El conjunto de estos factores contribuye al incipiente desarrollo institucional del sistema de partidos políticos en el país. Dadas las deficiencias que caracterizan nuestro sistema partidario, la población guatemalteca califica negativamente el desempeño de los partidos.
Según un informe, realizado por el Latinobarómetro en 2008, solo el 22% de la población guatemalteca piensa que los partidos han tenido un buen desempeño. En este mismo estudio también se indica que en Guatemala nada más el 23% de la población confía en los partidos. Eso nos indica que las organizaciones políticas deben fortalecer sus carencias institucionales para establecer mejores relaciones no solo con el sistema político, sino que con la misma sociedad.
Es importante resaltar que para una democracia joven, como la nuestra, se espera que durante el proceso de desarrollo democrático el sistema político experimente un transcurso de maduración, priorizando el fortalecimiento de las instituciones partidarias, ya que son estas uno de los pilares de dicho sistema. Según un informe realizado por Asies, este proceso de maduración busca que “los eventos electorales , el ejercicio del gobierno, la actividad parlamentaria y la dinámica orgánica de los partidos políticos… generen procesos de institucionalización”. Sin embargo, este proceso no lo hemos experimentado y lo que más encontramos es esa carencia de institucionalidad y de estructura partidaria. Una evaluación realizada en el 2004 por Asies, estableció que “en el desarrollo institucional de los partidos políticos, aún se encuentran significativas debilidades e insuficiencias a pesar del tiempo, esfuerzos y recursos de todo tipo invertidos”. En respuesta a la grave inestabilidad partidaria, varios sectores
han buscado la solución y han propuesto reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Las más recientes son las de mayo de 2004 y la complementaria de noviembre de 2006.
Las enmiendas mencionadas promovieron cambios importantes, intencionados a solucionar las carencias de dichas organizaciones. Por ejemplo, aumentaron el número mínimo de afiliados de manera que se triplicó la cantidad mínima. También se incrementó la cantidad de afiliados a nivel municipal para fortalecer la organización local de los partidos. En mi opinión, una reforma importante fue la ampliación de la base electoral del 4% al 5% de todos los votos válidos emitidos en una contienda electoral. Además de estas modificaciones, positivas durante el pasado período electoral, se han incorporado al sistema organizaciones nuevas, como Encuentro por Guatemala (EG), Visión con Valores (VIVA) Partido Compromiso Renovación y Orden (CREO) y el Partido Acción de Desarrollo Nacional (ADN).
A pesar de que estas reformas han promovido cambios importantes dentro de nuestro sistema partidario, éstos han logrado matizar las carencias más significativas. Nos seguimos encontrando con partidos políticos que son clubes de amigos y organizaciones electoreras que desaparecen después de los comicios. La sociedad guatemalteca no se identifica con dichas organizaciones, ya que no contienen ningún marco ideológico ni mucho menos son representativas de nuestras necesidades ni de nuestra composición social. En lo personal, lo que más me preocupa de nuestros partidos es la falta de formación de sus bases y cuadros organizativos. Es realmente lamentable ver quiénes son las personas que integran estas instituciones, por su falta de formación y capacidades, y son estas mismas quienes llegan a puestos importantes de administración sin ninguna agenda ni plan de gobierno.
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