La decisión del país refleja una ola de reformas y debates que han logrado que América Latina se encuentre liderando el debate a nivel mundial. Este liderazgo nace como resultado de un evidente y consensuado fracaso de las políticas de drogas basadas en la represión y prohibición, que han generado miles de muertes, desapariciones, desinformación, encarcelamiento, estigmatización pero por sobre todo un millonario gasto con resultados absolutamente opuestos a los buscados. Tanto el consumo de d...
La decisión del país refleja una ola de reformas y debates que han logrado que América Latina se encuentre liderando el debate a nivel mundial. Este liderazgo nace como resultado de un evidente y consensuado fracaso de las políticas de drogas basadas en la represión y prohibición, que han generado miles de muertes, desapariciones, desinformación, encarcelamiento, estigmatización pero por sobre todo un millonario gasto con resultados absolutamente opuestos a los buscados. Tanto el consumo de drogas ilícitas como la violencia asociada a la producción y venta han aumentado.
El proyecto impulsado por el Presidente Mujica del Frente Amplio contempla medidas que se centran en luchar contra el crimen organizado, la inseguridad pública y robustecer un abanico de medidas sanitarias. Este es un paso concreto al pasar de una política represiva a una que se centra en la salud y bienestar de la persona. La regulación responsable que busca este proyecto, permite el autocultivo (hasta 6 plantas), membresía a clubes de usuarios (similares a los que ya existen en España) y la venta regulada de cannabis en farmacias. Estas políticas devuelven el poder a las personas, dejando de obligarlas a interactuar con el crimen organizado, a poder velar por la calidad de lo que consumen, aumentar su seguridad y por sobre todo a regular una situación que está hasta hoy en manos de las personas erradas.
Pero de la mano con estas garantías también llegan estrictas regulaciones. La venta a menores está prohibida, también los está la conducción de vehículos bajo la influencia y una serie de otras acciones. El marco regulatorio que ofrece esta ley entrega reglas del juego claras y que son incluso más estrictas que las que se usan para regular otras drogas que causan mayores daños como lo son el tabaco y el alcohol.
El desafío para Uruguay es grande. Ser pionero no es fácil. Sin embargo, el éxito de esta política también depende del resto de América Latina. Urge que el resto de países inicien revisiones profundas a sus leyes de drogas y tomando la experiencia uruguaya, junto con la de los estados de Colorado y Washington, finalmente piensen, diseñen y ejecuten políticas de drogas más humanas, serias y responsables. Es el momento para que nuestra región se sume a la visión y pragmatismo que llevará al país de Pepe Mujica a liderar con responsabilidad, con una regulación responsable.
Por Eduardo Vergara B. Director de Asuntos del Sur y Observatorio Latinoamericano de Políticas de Drogas y Opinión Pública.
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