En algunos países latinoamericanos, en geografías y culturas tan diversas como México o Argentina, el tema ha sido abordado en la agenda pública y aterrizado con políticas concretas, lo cual favorece mayores niveles de aceptación y tolerancia en una región, como sabemos, tan susceptible al prejuicio y la homofobia. Por ejemplo, en Argentina, en ciudad de México y al menos un estado de Brasil, se ha legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo. Por aquí en el norte, en ocho estados (entre ellos Connecticut, Iowa y Nueva York), también existe igualdad de derechos para este tipo de matrimonio.
La cultura de inclusión de las comunidades de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos es muy abarcadora. Va desde políticas de empleo inclusivas hasta la posibilidad de entablar investigaciones y juicios contra prácticas discriminatorias en el acceso a servicios y oportunidades de trabajo. También existen programas en muchas organizaciones públicas y privadas que fomentan clubs específicos para esta y otras comunidades minoritarias. Las escuelas públicas están cada vez más conscientes del tema del acoso a esta comunidad y son muy explícitas en adoptar políticas que apoyan a estudiantes LGBT. Todo lo anterior con el objetivo de proveer ambientes donde todos y todas puedan sentirse físicamente seguros, bienvenidos y aceptados independientemente de su identidad racial o sexual.
Dada la apertura y el relativamente alto grado de tolerancia hacia la comunidad LGBT en Estados Unidos, me preguntaba cuál sería la percepción de la población hispano-estadounidense específicamente y si esta reflejaría la percepción de homofobia que se evidencia en Latinoamérica. Según el Latinobarómetro, esta ha venido reduciéndose en los últimos años, pero todavía es alta: en 2009, los homosexuales eran el grupo que más rechazo producían, con un 29% promedio en la región.
El estudio Apoyo y Aceptación LGBT: la perspectiva hispana arroja algunos datos curiosos sobre la percepción de las y los latinos con relación a la comunidad GBLT en Estados Unidos. Uno podría inferir que el mismo grado de homofobia existente en nuestra región se refleja como espejo en la comunidad hispana estadounidense. Pero las percepciones son más matizadas.
Por un lado, vista en su conjunto, la población hispana es tan tolerante como otros segmentos poblacionales en estos temas. Así, mientras 53% de la población apoya el matrimonio entre personas del mismo sexo, 54% de hispanos lo hace. Al igual, al menos 83% apoya protecciones legales contra la discriminación en el empleo y la vivienda, así como pensiones y beneficios para las parejas del mismo sexo.
Sin embargo, a la hora de desglosar con mayor detalle los datos, vemos que los “sospechosos usuales tienden a ser menos tolerantes. Por ejemplo, los hombres son la mitad de tolerantes que las mujeres y aquellos que se identifican republicanos o que asisten a iglesias donde el clero sostiene sermones homofóbicos son al igual más propensos a la intolerancia. También lo son aquellos más atados a valores tradicionales y en proceso de adaptación cultural y lingüística”.
Veo paralelismos entre el tratamiento del tema de la homosexualidad, la legalización de algunas drogas y el libre acceso a la píldora en América Latina (y últimamente en Estados Unidos): lo atraviesa un falso moralismo; existe poca información que no sea fundamentalista (ya sea en el orden de las ideas o de la religión) por lo que se crean inútiles y desgastantes controversias; y todos requieren igual nivel de atención puesto que de una forma y otra influyen en la vida, seguridad, y protección de comunidades vulnerables.
Uno de los hallazgos interesantes de este estudio es que en la medida que las personas compartan con personas homosexuales en su entorno, mayor es el nivel de aceptación y tolerancia de la diversidad sexual. En plena edad cibernética en que un mayor número de personas tienen acceso a todo tipo de información y las plataformas comunicativas ofrecen oportunidades para (des)educar y (des)informar, es de esperarse que con la misma velocidad la ignorancia y el prejuicio se vayan convirtiendo tan obsoletos e incompatibles como el VHS, el Atari o el Walkman.
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* http://plazapublica.com.gt/content/de-identidad-sexual-y-acoso
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