Llama también la atención el hecho de que el destino de su salario donado se distribuye a un fondo que ayuda emprendimientos productivos y a organizaciones no gubernamentales que se dedican a facilitar viviendas. Cuando ha sido consultado sobre este hábito y el monto con que se mantiene dice que: “con ese dinero le alcanza, y le tiene que alcanzar porque hay otros uruguayos que viven con mucho menos”; esto me recuerda a Carlos Bianchi, entrenador de fútbol que cuando fue despedido del Boca Junior en la conferencia de prensa convocada para hacer el anuncio, amonestó a los periodistas diciéndoles que “mejor deberían cubrir como noticia el hecho de que un obrero que gana el mínimo perdiera el empleo, y no un entrenador que cobra millones”.
Por lo que describen en la nota comentada, no suena a demagogia ni imagen populista lo que hace Mujica, nos cuentan que al final de la dictadura y ya siendo diputado, llegaba al Parlamento en una moto Vespa; y que ahora, siendo presidente vive en una pequeña granja en las afueras de Montevideo, con su esposa que es senadora y también dona parte de sus ingresos, con la diferencia que ella es la propietaria de la pequeña granja.
Anecdóticamente nos cuenta la misma nota, recién se le vio en una ferretería de barrio comprando una tapa para el inodoro, luego aceptó la invitación informal de un grupo de jóvenes miembros de un humilde club de futbol y se dirigió a darles una charla motivacional; todo esto sin soltar la tapa nueva para el inodoro.
Nuestra experiencia de conjunto, o visión como sociedad, o como se le llame a la forma de pensar que tenemos como pueblo, no nos permite por lo general creer y menos entender una forma de vida como esta; cuando nos cuentan que en una época Juan José Arévalo llego a las oficinas del Palacio Nacional vendiendo quesos de Taxisco porque era la forma de subsistir que había encontrado en una época de estrechez económica, siempre se dice que seguramente era para hacer imagen, o que robó un montón y alguien se lo robó a él, ¡en fin!
Si alguien sale de la gestión pública y no es rico, es tratado incluso de idiota porque “de todos modos iban a hablar del él”; y si ya era rico al llegar “que qué necesidad tenía”, es por demás, nuestro ideario parece contener claramente el concepto de que los puestos públicos son para enriquecerse; si ya lo es, no necesita optar a ellos; y si los ejerció y no se enriqueció, ¡tonto de usted!
El final de la nota sobre Mujica es quizás lo que más impresiona, dice así: “sin cuentas bancarias, sin deudas, el hombre dice dormir tranquilo”, y ya se ha dicho hasta el cansancio que el sueño es el mayor de los tesoros, hasta el ladrón te lo respeta. Pensándolo bien creo que el título de la nota está equivocado, definitivamente Mujica no es pobre.
Más de este autor