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Los síntomas del Covid Largo en el sistema educativo

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Los síntomas del Covid Largo en el sistema educativo

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El efecto del cierre de escuelas en el país ha tenido consecuencias que no hemos medido y mucho menos experimentado. Estos se harán manifiestos en los próximos años. Lo que implica un riesgo de padecer Covid Largo en nuestro sistema educativo, pues, aunque ya se abrieron las escuelas y pasó lo peor de la pandemia, los síntomas persisten.

Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) marcó el fin de la emergencia por la pandemia, los efectos a largo plazo representan un reto para los sistemas educativos alrededor del mundo. Algunos países están enfrentando estos retos de manera exitosa, incluso han aprovechado los aprendizajes dejados por la pandemia. Sin embargo, hay otros que tienen dificultades para encarar las consecuencias que dejó el cierre prolongado de las escuelas. Por ejemplo, reducir las desigualdades, recuperar la pérdida de aprendizajes, el regreso y la retención de los estudiantes en el sistema educativo y cuidar la salud socioemocional de la comunidad educativa.

El principal síntoma del Covid Largo del sistema educativo es la desigualdad.

El Covid Largo, más común en personas que enfermaron gravemente, provoca diversos síntomas que afectan la calidad de vida y la capacidad de las personas para llevar a cabo tareas cotidianas. De manera análoga, el sistema educativo guatemalteco presenta síntomas y dificultades similares a las de un paciente con Covid Largo, lo que dificulta su estabilidad y recuperación.

En nuestro país, la desigualdad educativa es un problema crónico que se ha agravado durante el cierre de escuelas y la disparidad en el acceso a oportunidades educativas de calidad. Durante este cierre, se han exacerbado los síntomas de la desigualdad del sistema educativo previo a la pandemia, del mismo modo que un paciente con Covid Largo, el sistema educativo sufre complicaciones debido a su estado previo lo que dificulta su recuperación.

La desigualdad educativa se manifiesta a través de la falta de oportunidades a través del acceso y experiencias de aprendizaje de calidad. Este acceso es decisivo para propiciar el desarrollo de habilidades, competencias y conocimientos necesarios para la plena realización humana.

Esta visión nos lleva a entender la desigualdad más allá de aspectos puramente económicos, implica un análisis de los procesos de diferenciación social a nivel de experiencias y vivencias de la vida cotidiana que implica procesos de inclusión desigual en diversos espacios sociales. Este fenómeno de inclusión desigual suscita cierto grado de inclusión educativa, pero con experiencias diferenciadas.

Mientras que un número reducido de personas asiste a escuelas que brindan experiencias educativas para desenvolverse fluidamente en el mundo laboral y social, que facilita la movilidad social a partir de la homogamia educativa que, a su vez, contribuye a la acumulación de capital cultural y económico y favorece la reproducción de sus privilegios; otras —la mayoría—, asisten a escuelas que apenas y cumplen con condiciones mínimas de higiene y cuyas experiencias de aprendizaje no alcanzan ni siquiera para cumplir con los aprendizajes mínimos esperados. Un ejemplo de este acceso diferenciado ya tiene incidencia en los resultados de aprendizaje en la prueba de matemáticas. Así lo evidenció Pedro Morales Almazán al realizar un análisis sobre el perfil socioeconómico y demográfico de las personas que tienen mejor rendimiento en esta prueba.

Ya ni hablemos de incorporar saberes o modos de vida que les permitan enfrentar y superar las formas de comportamiento, representaciones sociales y actitudes derivadas de la carencia a la que han sido expuestas en el espacio social. Por ejemplo, el cuidado de la salud, la planificación financiera, el uso responsable de los créditos bancarios (cuando acceden) o asumir una visión crítica de la vida social y democrática del país que sirva para evitar caer en manos de los políticos de turno. Sin afán de generalizar estas conductas a las poblaciones con mayor carencia, existe evidencia que apoya que la exposición a la escasez provoca este tipo de comportamientos.

De manera contraria, existe otro tipo de aprendizajes que propician disposiciones, pautas de comportamiento y actitudes referentes a la clase social que son reforzados en las escuelas de élite, primordialmente privadas y que sirven como aparatos de reproducción social de privilegios y dibujan la fronteras de estratificación social en las dinámicas escolares. Esto a pesar que los hogares con menos ingresos invierten más en educación. Por lo tanto, la desigualdad educativa no solo se experimenta a nivel objetivo en el conjunto de acceso a bienes materiales, sino a experiencias de carácter subjetivo que reproducen las desigualdades en el espacio social que, incluso, podrían, previsiblemente, propiciar conductas más tolerantes a la injusticia y a las desigualdades objetivas.

Dificultad para respirar y cansancio

Otro factor crónico que impide que el sistema educativo respire con normalidad es el gasto en educación pública por estudiante, tanto en primaria como en básico.  Esta falta de financiamiento entorpece el trabajo de las personas dedicadas a la educación que, con muy poco, deben hacer mucho. Este indicador es especialmente adecuado porque toma en cuenta la estructura demográfica del país que es prevalentemente joven. Por lo cual, requiere destinar más recursos para atender a dicha población, tanto en el acceso, como en la permanencia y trayectoria educativa exitosa.

El abandono escolar y la inasistencia a la escuela en edad obligatoria refleja el cansancio y agotamiento del sistema educativo. En el primer caso, las razones de abandono revelan que gran parte de la población en edad escolar se va de la escuela por cuestiones relacionadas con la multidimensionalidad de la pobreza, la falta de pertinencia de la educación y aspectos familiares.

Según datos preliminares proporcionados por Mineduc, un total de 165,091 abandonaron la escuela al finalizar el 2021. ¿Cuántos son 165,091 niños? ¿De qué magnitud estamos hablando? Pues bien, con esta cantidad de niños, se podría llenar el teatro Miguel Ángel Asturias durante 81 funciones o seis veces el estadio Doroteo Guamuch Flores. Dicho de otro modo, significa que el primer día de clase, cada minuto, tres niños se levantaron, tomaron sus cosas y se fueron. Al cabo de una hora, ya se habían ido 183 y, al finalizar el día, 917. Para cuando terminó la semana de clases,  4,585 niños ya habían abandonado la escuela. Esa es la magnitud del abandono escolar.

Las causas del abandono son diversas, pero sin dudas, es un fenómeno que se relaciona con la desigualdad. Las razones de abandono escolar son variadas, una gran mayoría de personas se van de la escuela porque «no les interesa». Esto compete, tanto a la pertinencia del sistema educativo en su oferta educativa, como a las familias que, al sentirse presionadas por su situación económica, incentivan otras actividades productivas en lugar de instar a sus hijos a asistir a la escuela. Otros fenómenos relacionados con el abandono del sector público son la migración temporal, la desintegración familiar y la distancia del centro educativo.

En otro orden de ideas,  la reapertura de las escuelas está ligada a las condiciones materiales en las que estas se encuentran. Según datos del Mineduc, obtenidos mediante una solicitud de información pública, hasta el año 2022, el 14.4% (de un total de 2,004 establecimientos) de las escuelas de nivel pre primaria del sector público no contaban con agua.

En el nivel primaria de ese mismo sector son casi dos de cada 10 (3,083 en total) establecimientos que tampoco contaban con este recurso vital. Es casi seguro que los estudiantes de estos centros educativos no hayan podido regresar a la escuela debido a esta carencia. A esto, habrá que agregar que en el sector público había 464 establecimientos de nivel básico sin electricidad y 5,051 (30.3%) de nivel primaria sin este servicio en este mismo sector. Si sumamos la cantidad de establecimientos del sector municipal, esta cantidad se incrementa a 5,106.

Dificultad para pensar o concentrarse

Otro de los síntomas del Covid Largo es la dificultad para concentrarse, lo que relaciono con los aprendizajes.

Hasta ahora contamos con las evaluaciones de graduandos en línea 2021, graduandos 2022; Ter 2022 (una evaluación muestral a estudiantes de tercero básico); Aprender +2022 que permite establecer si los estudiantes de todos los grados, desde preprimaria a diversificado, alcanzaron los aprendizajes esperados para el grado cursado en el ciclo anterior; y la evaluación diagnóstica para docentes de educación primaria y primaria, 2022.

Se esperaría que, a partir de los resultados de estas evaluaciones, se implemente un plan de mejora en aquellos establecimientos públicos que tengan pérdidas de aprendizajes. Sobre todo, por la preocupación creciente entre las personas que estudiamos temas educativos con respecto a la información que indica que algunos estudiantes fueron promovidos de grado a pesar de no saber leer y escribir.

Lo cual es un tema grave porque, desde el punto de vista de las trayectorias educativas, este fenómeno podría representar  una acumulación de desventajas entre estudiantes que, previsiblemente, podrían tener dificultades para adquirir conocimientos de índole superior en grados avanzados. Esta disrupción entre los aprendizajes esperados y el grado cursado no solo compete a las habilidades básicas de lectoescritura, sino a otros aprendizajes en otros niveles educativos.

Un tema decisivo para la recuperación de Covid Largo es la salud socioemocional de la comunidad educativa. Una de las múltiples variables que están involucradas en los aprendizajes es la motivación para estudiar, la cual se vincula con la salud socioemocional, tanto de los estudiantes en su disposición a aprender, como de los docentes a enseñar.

La pandemia y el cierre de escuelas trajo como consecuencia la pérdida de familiares, seres queridos y amigos, lo que provocó una situación emocional que dificulta la motivación para aprender. Además, el encierro estimuló escenarios de violencia hacia mujeres y niños, principalmente.

Hay colegios que ya han implementado programas para atender la salud socioemocional, mientras que otros han retomado sus actividades como si hubiesen sido unas extensas vacaciones y no han evaluado el impacto del encierro entre sus estudiantes. Por tanto, deben tomarse cartas en el asunto antes que comencemos a ver episodios de violencia de manera más frecuente.

En conclusión, al igual que el Covid Largo, el tratamiento terapéutico al sistema educativo precisa de diversas intervenciones para mejorar sus malestar crónico. Una tarea vital es retener a los estudiantes en la escuela y reducir el riesgo de abandono escolar, situación que se ve muy difícil dadas las causas estructurales de desigualdad y, sobre todo, las experiencias diferenciadas en la calidad de la educación.
Esto será imposible sin un aumento y uso responsable de presupuesto. Y como recientemente dijo Alejandro Morduchowicz, experto en economía de la educación «cada paso atrás en el presupuesto del sistema educativo, es un paso adelante en su privatización».

Igualmente, es necesario evaluar el estado de los aprendizajes. De manera que se pueda priorizar una intervención concienzuda para revertir este procesos y no dejarlo en manos del azar y las dinámicas escolares actuales.

Finalmente, el acompañamiento socioemocional a estudiantes y docentes debe tomarse en serio. El proceso de reapertura hacia otra normalidad está atravesado por la incertidumbre y con una cierta dosis de olvido. Hasta hace muy poco, estudiantes y docentes estaban confinados en sus casas intentando sacar adelante el proceso de enseñanza y aprendizaje con los recursos que tenían a su alcance.
Asimismo, para algunos, además de la pérdida de seres queridos, este confinamiento les valió someterse a la violencia y castigo corporal. Por lo tanto, el cuidado de la salud socioemocional es una tarea importante, pues sin ella, se compromete el quehacer docente en su tarea de enseñar, pues el emocionar es parte vital del aprendizaje.

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