Estaba sacando las cuentas de cabeza, de pie en una improvisada sala de espera junto a la caja del taller, en la cual sonaba una música ambiente de alguna estación local que podía matar de aburrimiento a un elefante. De repente, un riff conocido les dio forma a estos versos:
What’ll you do when you get lonely
and nobody’s waiting by your side?
You’ve been running and hiding much too long.
You know it’s just your foolish pride.
La versión original de Layla no fue necesariamente recibida con ovaciones en su lanzamiento. Sin embargo, después del concierto Unplugged de 1992, la canción de Eric Clapton cobró enorme popularidad, lo suficiente para estar incluida en el repertorio de las salas de espera de las consultas de médicos, dentistas y hasta talleres mecánicos de la zona 4 de la ciudad de Guatemala.
Hay una historia detrás de Layla. Clapton se inspiró en la historia de Layla y Majnún, el paralelo persa de Romeo y Julieta, llevado a la ópera en varias ocasiones. Es una historia cuyos orígenes podrían remontarse al siglo IX y que fue escrita en el siglo XII por Nizami Ganjavi, figura mayor de la literatura persa y reclamo cultural de Azerbaiyán como su poeta nacional. La obra de Ganjavi se considera visionaria en cuanto a la lucha por los valores individuales en medio de las restricciones sociales.
El poema narra la historia de un amor prohibido y obsesivo que es obstaculizado por códigos sociales que impiden a los amantes, hijos de familias rivales y de diferentes posiciones económicas, estar juntos. Majnún —que significaría ‘loco de amor’— le canta a Layla —que significaría ‘noche’—:
Soy tuyo por muy lejos que estés de mí.
Tu pena, cuando sufres, me da pesar.
No hay soplo de viento que no me traiga tu perfume.
No hay pájaro canoro que no pronuncie tu nombre.
Clapton formaba parte de Derek and the Dominos cuando escribió Layla, para la cual existía una motivación de fondo: después de la separación de Cream, Clapton colaboró con George Harrison en varias ocasiones entre las cuales destaca la grabación de While My Guitar Gently Weeps. En esta, Clapton interpreta la segunda guitarra. Un Clapton que empezaba a adentrarse en el abismo de sus adicciones a la heroína y el alcohol había encontrado un poderoso vínculo creativo con el ex-Beatle, pero también había descubierto su atracción y fascinación por Pattie Boyd, por entonces la esposa de Harrison.
Boyd era para Clapton la expresión de ese amor imposible. Era Layla. La adicción a la heroína de Clapton se profundizó por el mal de amores al extremo de que una de sus escasas apariciones públicas en 1971 fue el concierto para Bangladesh organizado por Harrison, durante el cual Clapton tuvo que ser reanimado luego de haber caído.
Boyd abandonó a Harrison y se casó con Clapton en 1979. La relación que Boyd describió como una «poderosa pasión» sería tormentosa y difícil y acabaría en 1984. Clapton también escribió para Boyd Wonderful Tonight.
Entre la superación de las adicciones y una vida personal marcada por sus pasiones, el segundo mejor guitarrista de la historia del rock —luego de Jimi Hendrix, según Rolling Stone— construyó su brillante carrera, de la cual me quedo con Riding with the King (2001), el álbum compuesto con B. B. King. Eso, sin olvidar Cocaine y una colaboración con Sting en 1992 para una canción que merecía mejor suerte que ser parte de la banda sonora de una de las sagas de Lethal Weapon.
Respecto al Volkswagen, nada más grato que volver un día después y encontrarlo listo para volver a la acción. Al encenderlo, Iommi y Ozzy rugen «Iron Man lives again!» desde el disco olvidado dentro del radio. Poesía pura y dura que muere al ver la factura, pero que para mí es sin duda una parte importante de esa maravillosa historia de amor con la ingeniería alemana ensamblada en Brasil.
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