Destruyen la vida, que ya de por sí es precaria en las comunidades mayoritariamente afectadas por las lluvias que acompañaron a Eta y acompañan ahora a Iota. Esas comunidades, ahora anegadas en agua, son habitadas por personas a quienes el sistema ha excluido del acceso a condiciones dignas de vida, personas que con el golpe de la exclusión, no de la naturaleza, lo han perdido todo. Han perdido a sus familias, a las que ni siquiera han podido ofrecer un sepelio y, con este, una despedida amorosa. Han perdido sus pocas pertenencias y sus frágiles viviendas.
Han perdido incluso la esperanza ante la constante del abandono y del abuso desde el poder en todas sus expresiones: económica, política y criminal, que se coluden para arrebatarle hasta lo último de vida a este pueblo, a tal grado que, mientras la lluvia ya volvía a inundar los poblados y hacía literal el dicho de que nos llueve sobre mojado, en el hemiciclo del Congreso se concretaba un nuevo zarpazo contra la Guatemala adolorida.
De la mano alzada de 133 diputados que han hecho de sus curules el trono de su reinado de corrupción fue aprobado el presupuesto general de gastos de 2021, el cual no se discutió y cuyo dictamen llegó casi directo al pleno. Mientras que en años anteriores el proceso llegaba hasta el último minuto del 30 de noviembre, fecha tope para su aprobación, este año corrieron para aprobarlo incluso de urgencia nacional. Quienes promovieron el procedimiento sabían que contaban con los votos. Habían pagado, y bien, para introducir esta forma urgida de plasmar el golpe a la sociedad.
En el camino habían extraído 200 millones de los planes de combate de la desnutrición y se los recetaron para atragantarse los mismos diputados. También disminuyeron recursos al Procurador de los Derechos Humanos y desfinanciaron programas sociales indispensables para sostener (no hacer avanzar, sino apenas sostener) algunas acciones de beneficio. A última hora, como quien no quiere la cosa, introdujeron una enmienda para retornar los recursos a los planes contra el hambre. Pero la intención sigue allí y no hay garantía de que realmente se ejecute. Al final de cuentas, este Congreso y su perverso hermano gemelo, el Ejecutivo, se reparten la obra física o en construcción como caja chica para rellenar sus bolsas hambrientas de recursos estatales.
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Pero este presupuesto no se enfoca solo en la desfinanciación de sectores vitales. También incluye, como el mayor monto de la historia, procesos acelerados de endeudamiento que, como mínimo, esclavizarán a tres o cuatro generaciones futuras. Dicho endeudamiento no necesariamente se deberá a inversión en el desarrollo y a mejoramiento de las condiciones de vida, sino más bien a la procura de mecanismos de mayor robo descarado por parte de los carteles criminales mal llamados partidos políticos que gobiernan en el Ejecutivo y que ocupan el Legislativo.
Este golpe criminal contra Guatemala se consumó con los votos de las bancadas de los partidos Vamos (también en el Gobierno), Visión con Valores (VIVA), Todos, Bienestar Nacional (BIEN), Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), Unión del Cambio Nacional (UCN), Unionista (PU), Compromiso Renovación y Orden (CREO), de Avanzada Nacional (PAN), Valor, Podemos, Prosperidad Ciudadana, Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación) y Humanista. Así, además de consumir millones del presupuesto nacional para cubrir sus ingresos y sostener sus privilegios, estos empresarios políticos sirven al único interés que mueve a la flor y nata de la corrupción en Guatemala: la ambición criminal que necesita impunidad para sostenerse.
La lluvia que persiste no es simple agua que llega con los huracanes o las tormentas. La lluvia sostenida son las lágrimas de rabia contenida por este pueblo, que ha sido golpeado año tras año por la exclusión, la discriminación y la corrupción de las élites en el poder económico y político. Guatemala llora, lo cual es necesario para acabar con el dolor y reunir las energías que lleven a terminar con el origen de este y levantar desde nuevos cimientos el sistema que le permita vivir con dignidad.
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