La nueva normalidad nacional

Ahora, igual que cuando el avión empieza a caer, abundan los ateos convertidos en creyentes y se clama por la reconstrucción de las instituciones, por asegurar la continuidad del Estado durante la pandemia. Incluso, se empieza a discutir sobre cómo será la nueva normalidad nacional mientras se diseñan escenarios entre sencillos y complicados para un futuro de mejor economía y mejor sociedad.

La pandemia está poniendo al descubierto las enormes desigualdades económicas y sociales, las brechas en las condiciones de vida de la población, la precariedad del empleo, la debilidad del sistema de salud y las enormes limitaciones del sistema educativo. Además, al ser un evento de trascendencia mundial, ocasiona cambios globales en el comportamiento y en los hábitos humanos que también ponen en contexto las carencias nacionales de cara al futuro del trabajo, de la cultura, del arte, del deporte, de la comunicación y de todas las formas de convivencia humana, y que, al ser trasladados de lo global a lo nacional, harán ver que la resiliencia ante un virus que no discrimina sí se ve influenciada por las desigualdades ancestrales.

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Es inocente creer que la sola experiencia de la crisis sanitaria y económica nos hará cambiar como sociedad. Si persisten las condiciones estructurales que convierten esta sociedad en lo desigual y dividida que es, no habrá cambios así se suicide el virus. Y el aparato de administración gubernamental, que en este momento ha mostrado las rigideces e ineficiencias que ha acumulado desde hace décadas, no se volverá eficiente hasta que se emprendan los cambios necesarios en el sistema de servicio civil, en la legislación sobre compras y contrataciones, en la ley de la Contraloría General de Cuentas, en la ley electoral y en varias más.

O sea, en el uso de términos sanitarios y de seguros podremos decir que la estructura de administración del Gobierno tiene preexistencias. Hay que resolver temas muy antiguos. La pandemia solo vino a ponerlos a flote. Y algo bueno queda: los ha evidenciado. Ahora bien, hay que saber reconocer y apoyar aquellos esfuerzos serios de discusión sobre cómo superar los atrasos estructurales, hay que huir de los planteamientos tipo coaching o de pastoral motivacional. El solo repetir mantras no nos va a sacar adelante. Nos van a sacar adelante la propuesta seria y el valor de plantear los cambios con un rumbo definido. Si no, pues igual nos sonará a disco rayado esto de nueva normalidad.