Este fenómeno social ha sido estudiado por académicos como el politólogo Samuel P. Huntington, quien enfatizó la importancia que tienen los movimientos sociales en los procesos de democratización, especialmente cuando se crea un efecto dominó en otras regiones, lo que él llama las olas de la democratización. Se podría decir que Medio Oriente está experimentando su segunda ola de democratización.
En el pasado, varios países de Medio Oriente han sido testigos de movimientos similares. Sin embargo, nunca han tenido la presente dimensión ni el éxito. El surgimiento de una movilización moderna en esa región del mundo se le atribuye a dos características importantes: la juventud y la tecnología.
El primer ejemplo que pudimos observar de una movilización masiva en la región fue en 2009 con el Movimiento Verde, en Irán. A pesar de que estas manifestaciones eran encabezadas por un líder no joven, fueron las juventudes iraníes quienes usaron el Twitter para convocar al resto de la sociedad. Aunque este movimiento no resultó en la remoción del presidente Mahmud Ahmadineyad, inspiró a la juventud de Medio Oriente a ejercer una participación ciudadana activa.
Gracias a la activación de los jóvenes en esta región, hemos visto en este año la destitución de dos dictaduras opresoras, una en Egipto y la otra en Túnez. En ambas ocasiones fueron los jóvenes quienes convocaron y lideraron las revoluciones usando la tecnología moderna. Según la revista Time, el éxito de ambos derrocamientos sólo se le puede atribuir a las juventudes de estos países y su capacidad para aprovechar la tecnología comunicativa.
El éxito que tuvieron las manifestaciones en Túnez y en Egipto han creado un efecto dominó en el resto de la región. Actualmente, vemos manifestaciones en ebullición en Jordania, Bahréin, Yemen, Libia y el resurgimiento del Movimiento Verde, en Irán. En todos estos países son las juventudes quienes están manifestando su descontento por los regimenes autoritarios y se han expresado a través de los blogs, Twitter y Facebook.
Gracias a estas redes sociales los jóvenes no sólo han tenido un espacio de expresión; también han logrado la conectividad con otras juventudes del mundo. De esta manera han compartido estrategias, experiencias y símbolos con otros jóvenes de la región para crear una voz mucho más fuerte. Por ejemplo, en las manifestaciones que están ocurriendo en Bahréin los jóvenes liderando el movimiento están usando el himno Rais Lenled que usaron los revolucionarios en Túnez, el cual dice “Señor presidente, su gente se está muriendo… Hablamos sin miedo”.
Este tipo de intercambios virtuales han multiplicado la importancia que tienen estas manifestaciones. Es importante resaltar que la tecnología les está sirviendo a las juventudes en esta región como un herramienta de comunicación, pero también de educación. A pesar de los estereotipos radicales y violentos que se les asignan a las juventudes de esta región, la realidad es otra: en su gran mayoría los jóvenes son moderados.
Según estudios, se debe a que han crecido teniendo acceso a tecnología y por lo mismo han recibido una ecuación más liberal, abierta y tolerante. Por esto mismo vemos el surgimiento de los movimientos femeninos en la región. Las recientes manifestaciones en Egipto, Yemen y Bahréin han sido caracterizadas por mostrar una alta participación de jóvenes mujeres. Este fenómeno rompe con todos lo paradigmas culturales e históricos que han caracterizado a la región. En el presente las consignas de los manifestantes ya no surgen del Corán, sino que de frases del rap regional.
Son increíbles las similitudes que existen entre las juventudes de Medio Oriente y la guatemalteca. El poder poblacional que ambas comparten es sorprendente, en toda la región del Medio Oriente el 60% de la población es menor de 30 años, mientras que en Guatemala el 70% de nuestra población es también menor de esa edad. Estos números le permiten a la juventud tener un poder de convocatoria masiva y también les permite cambiar o decidir el rumbo de una elección.
En Medio Oriente estos porcentajes han sido explotados por la juventud y por lo mismo hemos visto movimientos sociales masivos. Sin embargo, nuestras juventudes no han logrado este tipo de movilización. El uso de tecnologías para conectar y movilizar a personas es otra característica que también compartimos. En los casos de Egipto y Túnez, las redes sociales y los mensajes SMS desempeñaron un rol crucial en la destitución de ambos dirigentes.
En el caso guatemalteco pudimos observar como se usaron las redes sociales, especialmente Facebook, durante las manifestaciones del vaso Rosenberg y la ley de las Comisiones de Postulación.
Los estereotipos que se le asignan a los jóvenes es otra característica que compartimos con los países del Medio Oriente. En ambos casos, los jóvenes son vistos como agentes violentos y anárquicos, somos o mareros o terroristas. Sin embargo, la similitud más importante que compartimos son nuestro miedo y nuestra ignorancia al poder que tenemos.
Cansados de la opresión que vivían todos los días, las juventudes de Medio Oriente han dejado al lado el miedo y tomaron el riesgo de ejercer su derecho humano de participación ciudadana. Tomaron la decisión de activarse y realizar la tarea que el resto de la sociedad no ha querido asumir, y por esto han logrado cambiar su realidad.
Es importante que tomemos las lecciones aprendidas de Medio Oriente y que las adecuemos a nuestro contexto social. Que nos demos cuenta del poder que tenemos, pero que lo usemos para cambiar el rumbo de nuestro país, y esto sólo lo vamos a conseguir si actuamos.
Ayer leí en Facebook un estatus que describe nuestra situación actual: “Hoy aprendí que los buenos NO somos más. Sin embargo, los malos tampoco son más. Los que SI son más son los indiferentes”. Si seguimos aplazando nuestro punto de inflexión, el rescate del país y sus instituciones será casi imposible. Hemos llegado a tener un nivel elevadísimo de tolerancia ante la corrupción y la injusticia que nos ha anestesiado y paralizado. Es hora que despertemos y defendamos nuestro futuro de los Mubaraks y Gadafis chapines.
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