Considero que el hecho de que el todavía presidente Jimmy Morales se haya fracturado un brazo ¡jugando! futbol con militares de alto rango no solo es un ridículo vergonzoso más de este penoso personaje, sino también un verdadero insulto a la ciudadanía y a los contribuyentes que pagamos su sueldo, por cierto uno de los más altos del mundo. Me parece inconcebible que le estemos pagando a este señor para que se dedique a actividades personales y privadas, incluyendo la de jugar futbol con algunos de sus jefes y patrones, en un desprecio explícito y ofensivo de Guatemala y su ciudadanía.
Si no hubiese hecho escándalo por la forma torpe en que se fracturó el brazo, no nos habríamos enterado de que, en vez de trabajar, Jimmy Morales se dedica a jugar. Aparte de los deportistas profesionales y de alto rendimiento (que no es el caso de Jimmy Morales, como ha quedado claro), ¿a quién conoce usted que le paguen un sueldo no por trabajar, sino por jugar? Así transcurren los últimos meses del presidente experto en ridículos y vergüenzas: jugando y haciendo tonteras mientras el país se hunde en una crisis cada vez más grave y compleja.
Así, este asunto es grave no solo por la magnitud del ridículo y de la vergüenza, sino por la opacidad y el descaro con que opera esa cloaca llamada Presidencia de la República. Sin ningún pudor ni pesar, Alfredo Brito, flamante secretario de Comunicación Social de esa cloaca, informó que, luego de la intervención quirúrgica que requirió la torpeza de Morales, este retomó sus labores y su agenda privada. Pero ¿qué clase de idiotas creen que somos las guatemaltecas y los guatemaltecos?
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Para empezar, un dignatario de la nación debería dedicarse a la función pública, pues es para eso para lo cual los contribuyentes le pagan su salario (y no con donaciones, sino con impuestos), y por ello no debería tener una agenda privada. Necesariamente las actuaciones de un dignatario como el presidente de la república son todas públicas, más si se llevan a cabo en horas laborales. Cualquier trabajador o trabajadora del sector público o privado, si durante el horario laboral quiere o necesita atender un asunto privado, debe solicitar un permiso, el cual, de ser concedido, se dará por razones justificadas y bajo controles. ¡Vaya si los empleados honestos no lo saben!
No encuentro justificación por la cual Jimmy Morales o cualquier otro dignatario, funcionario o trabajador público puedan dedicarse a agendas privadas en horas laborales. ¡Mucho menos en el caso del presidente de la república, que devenga un salario obscenamente alto! Por eso me resulta ofensiva la naturalidad con la que Morales, Brito y toda esa pandilla de haraganes, mentirosos y ladrones que hemos encajonado en el Pacto de Corruptos explican con el mayor descaro que Morales ha retomado su agenda privada, en vez de que ese tonto comparezca ante la ciudadanía y pida perdón por perder el tiempo remunerado con los impuestos jugando futbol con militares y fracturarse un brazo. ¡Demuestran que ni siquiera les pasa por la cabeza cuán ofensiva, indigna y lacerante es su actitud!
A Jimmy Morales y a su pandilla les quedan solo ocho meses de fiesta a costa del erario público y del sufrimiento de la mayoría. Ojalá que los ganadores de los procesos electorales de 2019 en el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial les nieguen impunidad, ya que su deuda con la justicia y con Guatemala es inmensa.
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