Entre ellos estaban el Dr. Arnulfo Zepeda, coordinador del Centro, el infaltable Dr. Fernando Quevedo, Director del Centro Internacional de Física Teórica –ICTP por sus siglas en inglés, institución madre del MCTP– y el Dr. Sheldon Lee Glashow, ganador del Premio Nobel de Física en 1979 por el desarrollo de la teoría electrodébil[1], Presidente del Consejo Científico del MCTP y, como referencia, el hombre al cual debe su nombre el personaje de Sheldon Cooper[2] de la popular serie The Big Bang Theory.
Siendo la cosa tan cerca y tan importante, era necesario hacernos presentes. Y fue así como un grupo de cinco profesionales de la física nos montamos en un carro e hicimos la respectiva expedición para asistir al evento. La experiencia fue inolvidable y hubo una cosa en particular que nos dejó impactados: la conferencia del Dr. Glashow, titulada “Una parábola de lo puro y lo práctico: por qué debemos fomentar la investigación científica básica”[3]. Su charla decía todo eso que nosotros queremos decir siempre, pero de una forma tan contundente y clara que nos dejó boquiabiertos. Una vez de vuelta en Guatemala, varios de los expedicionarios han tenido ocasión de publicar o presentar en foros las impresiones causadas por la magistral exposición del Nobel y compartir los argumentos presentados por él. Hoy me uno a ese esfuerzo y dedicaré algunas columnas a trasladar eso que tuve el privilegio de recibir hace algunos meses. Básicamente, dicho en buen chapín, me voy a fusilar todo lo que dijo ese señor, para contribuir a la divulgación de la importancia que tiene la investigación en ciencia básica.
El tipo comienza planteando el problema:
“Muchos representantes del gobierno, la industria y la academia argumentan que los gobiernos deberían invertir únicamente en investigación que pueda generar beneficios inmediatos y específicos, ya sea en la creación de riqueza o el mejoramiento de la calidad de vida. Consideran que la investigación no dirigida[4] en física de partículas, matemática, cosmología, física de bajas temperaturas y muchas otras ciencias básicas es un lujo inútil y caro que consume recursos en lugar de promover el crecimiento económico y el bienestar humano”.[5]
El problema es ese argumento mil veces escuchado, incluso dentro de las instituciones en las cuales uno pensaría que la ciencia no necesita abogados, como los órganos de gobierno encargados de gestionar la ciencia o en las universidades tanto públicas como privadas. A primera vista, tal argumento suena lógico y parece tener sentido. Es fácil aplastar con él las razones de una persona incauta que no se ha preparado para responder. Hay quien lo escucha y sus tripas le dicen que algo no está bien, pero no sabe cómo refutarlo. A estas alturas, habiéndolo enfrentado varias veces, ya no nos sorprenden desprevenidos. Pero la categórica respuesta del Dr. Glashow es fenomenal:
“Todos ellos están equivocados”[6].
Entonces, ¿cómo funciona la cosa? Vienen estas gentes y nos lanzan afirmaciones como la que muestra el Dr. Glashow en calidad de la tesis, tomada de una carta a The Economist:
“Los físicos fundamentales se encontrarían en apuros si tuvieran que señalar algo útil que dependiera directamente de su labor de teorización. Los descubrimientos de los físicos de partículas o los cosmólogos son intelectualmente irrelevantes para casi cualquiera – ¿acaso importa qué edad tiene el Universo o si la materia está formada por dos o diecisiete partículas? Los individuos que deseen contemplar el universo, que lo hagan en su propio tiempo y con sus propios medios. Es mucho más importante que alentemos a nuestros “mejores cerebros” a resolver problemas reales y que dejen la teología a los profesionales de la religión”[7].
¿Teología? La ciencia básica está muy lejos de ser eso, pero la gente le huye tanto desde la escuela primaria –maestros y alumnos– que, a final de cuentas, no es tan sorprendente que les resulte así de intangible, ininteligible y misteriosa. Lo terrible es que algo que debería ser más bien revelador, en su calidad de proceso productor de conocimiento, sea algo tan desconocido para todo el mundo, incluyendo los que toman decisiones respecto al mismo sujeto. ¿Que a los físicos fundamentales les costaría dar con algo útil que resulte de su trabajo? Pronto veremos qué tanto. Lo importante aquí es subrayar la clásica descalificación de la investigación básica, basada en su supuesta irrelevancia: es ciencia inútil. ¿Y para qué nos sirve saber eso, pues? Mientras tanta gente se muere de hambre y tenemos una crisis ambiental.
Cuando uno escucha una cosa así, lo primero que hay que entender es el profundo desconocimiento de la ciencia que denota nuestro interlocutor. Y sí, debemos responder “usted está equivocado” y luego explicarle por qué. O sea, presentar la antítesis.
¿Qué dicen? ¿Se quedan conmigo para explorar las respuestas?
* Useless, canción de Depeche Mode del álbum Ultra (1997).
_______________
[1] Obtuvo el Premio Nobel junto a Abdus Salam y Steven Weinberg.
[2] El apellido se lo debe a Leon N. Cooper, Premio Nobel de Física de 1972.
[3] El nombre original de la presentación: A Parable of the Pure and the Practical: Why We Must Pursue Basic Scientific Research.
[4] Entiéndase aquí por “no dirigida”, la investigación que no tiene como fin inmediato los mencionados beneficios.
[5] Traducción libre de la presentación del Dr. Glashow del 14 de junio de 2013.
[6] Ídem
[7] Ídem
Más de este autor