Es un vacío que los guatemaltecos solo podremos llenar a través del intercambio generacional. Por ello, las generaciones salientes y adultas hoy no podemos permanecer pasivas, o peor aún, incumplir nuestros deberes para con las generaciones entrantes.
Tenemos el desafío de crear las oportunidades para nuestra niñez y juventud, para que en el momento en que surja un talento con el potencial de igualar, y ojalá mejorar, el del Maestro Recinos, no se desperdicie trágicamente en la iniquidad de la pobreza o la exclusión social. Pero se trata de un desafío enorme y descomunal. Baste señalar quizá nuestra peor tragedia y vergüenza de hoy: uno de cada dos de nuestros niños y niñas padece alguna forma de desnutrición.
Si a la brutal situación de la desnutrición infantil sumamos los enormes desafíos en educación, salud y demás elementos que nos mantienen sumidos en la pobreza, la discriminación y el racismo, nuestro porvenir se ensombrece aún más. El Maestro Recinos nos deja justo en una coyuntura política en la que, supuestamente, podemos renovar nuestros esfuerzos por superar los grandes y graves problemas que nos aquejan.
Pero, como todos sabemos, más que esperanza y aliento, nos invade la frustración ante la demagogia y el egoísmo con que hemos sido bombardeados por meses. Que no podrá superar la terrible crisis financiera por la que atraviesa el Estado, y que tiene en verdaderos “trapos de cucaracha” a las instituciones a cargo de la educación, la cultura y el arte.
Desde su infancia, el Maestro Recinos tuvo a su alcance libros y escuela. Adolescente asistió a la Escuela Nacional de Artes Plásticas de Guatemala, para estudiar dibujo y pintura. Oportunidades a las que cada vez es más difícil y oneroso acceder. ¿Cuántos talentos con la posibilidad de llenar el vacío que nos deja el Maestro Recinos no estaremos desperdiciando por la desnutrición, la pobreza y la exclusión?
Estas reflexiones nos deben hacer revisar cuáles son los motores no solo del desarrollo basado en crecimiento económico. También debemos pensar en cuáles son los motores de la creatividad artística, que sin duda pasan por buena salud, seguridad y oportunidades educativas. Educación que seguramente no será rentable para el sector privado si se ha de ofrecer a todas y todos.
Instituciones estatales como el Ministerio de Cultura y Deportes, en particular la Escuela Nacional de Artes Plásticas, deben ser el terreno fértil en el que nuestra niñez y juventud pueda germinar y crecer. Dar como fruto artistas que llenen el vacío que hoy sentimos por el Maestro Recinos.
Cuando uno ve la escultura realizada por el maestro Edgar Guzmán Schwartz (ubicada en junio de 2011 en la plaza de la entrada del Gran Teatro del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias), ve a un hombre de gran sencillez, cuyo talento no se ve reflejado en su apariencia. Su grandeza está en la mirada, de un hombre que con su “guatemalita” en la mano, le apostó a vivir su tiempo y dar lo mejor de él a su pueblo.
La mejor forma de celebrar su vida y honrar su legado, es asegurar que los guatemaltecos de hoy y mañana, puedan acceder a desarrollar talentos, con sencillez y arte.
Descanse vivo en la memoria de todos nosotros el Maestro Efraín Recinos.
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