El marco de la discusión parece incluir un acuerdo sobre los hechos de que la estabilidad macroeconómica es buena y necesaria, pero no suficiente para generar primero crecimiento económico y luego desarrollo social; de que hay que estar claros en que es un piso y un punto de partida, pero de ninguna manera el objetivo, y de que, si seguimos quedándonos conformes y quietos con ser estables, dejará de ser un piso y se convertirá en una tumba.
Otro principio de acuerdo parece ser que se a...
El marco de la discusión parece incluir un acuerdo sobre los hechos de que la estabilidad macroeconómica es buena y necesaria, pero no suficiente para generar primero crecimiento económico y luego desarrollo social; de que hay que estar claros en que es un piso y un punto de partida, pero de ninguna manera el objetivo, y de que, si seguimos quedándonos conformes y quietos con ser estables, dejará de ser un piso y se convertirá en una tumba.
Otro principio de acuerdo parece ser que se acepta la globalidad del mercado, que se reconocen las dimensiones regionales y mundiales de este. Y se sabe que la oferta y demanda de bienes y servicios trasciende las fronteras nacionales y que las decisiones de los socios comerciales (por favor, no tomarlo como sarcasmo) seguro van a impactar en el desempeño de nuestra economía.
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Un tercer principio de acuerdo es que la propiedad privada está garantizada por la Constitución de la República, de la misma manera en que lo está la búsqueda del bien común, y que es en el marco de una economía capitalista moderna en el cual deberíamos plantear los ajustes legales y de política económica que permitan activar la estancada economía nacional. De paso, también es necesario reconocer dicho estancamiento y que, si existe algún esporádico caso de no estancamiento, es la excepción, y no la regla.
Esos tres principios de acuerdo, que deberían dejar a los usuales grupos de presión en disposición de abordar el tema, dialogar y construir una nueva versión del modelo, no son un reto insuperable. Se puede superar. Se necesita estar suficientemente convencidos de lo que se debe tener: voluntad de dialogar y voluntad de construir. Algo que supongo indispensable para la metodología del diálogo y para la construcción y que puede parecer inusual para quienes se desenvuelven en el medio de las ciencias económicas y sociales. Pero es precisamente un llamado a hacer el esfuerzo desde la mejor óptica científica y la mejor práctica política asumiendo el principal reto inmediato, que es desideologizar la discusión.
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