Me gustaría comenzar diciendo que el conflicto forma parte de nuestra cotidianidad. Los esposos negocian cuántos hijos tener (o al menos deberían de hacerlo), en cuál colegio los van a matricular, qué nombres les pondrán, etc. Los padres negocian con sus hijos a qué hora deben llegar a casa después de una fiesta, o cuántas horas de televisión pueden ver. En el trabajo, el jefe y los subalternos negocian todo el tiempo; los maestros y los estudiantes también lo hacen. Hasta en el mercado, el acto más común de negociación es el regateo.
A pesar de ser parte de nuestra rutina, ningún conflicto se soluciona, solo se administra. La negociación existe, porque existen las diferencias de criterio, de opinión y maneras de ver el mundo. En tanto existan esas diferencias, será necesario negociar.
Por otra parte, veo poco viable de concretar en el corto o mediano plazo, la estrategia de prevenir el conflicto. Retomando las palabras del propio Comisionado Presidencial para el Diálogo: “una necesidad no resuelta, se convierte en problema. El problema lleva al conflicto y el conflicto a la crisis”. Entonces, hablar de necesidades no resueltas en Guatemala, puede significar desde temas complejos como la falta de tierra o de medios de producción, hasta necesidad de educación, salud, trabajo y salario dignos. Podríamos estar hablando entonces de Reforma Agraria, o reformar la Constitución, o de incrementar la presencia del Estado teniendo en cuenta que más gastos, requieren más ingresos. ¿Será que a este quilombo se va a meter el Comisionado?
Además, y sin ánimo de ser pesada con las críticas, pero me parece que hacer un mapeo de los conflictos en Guatemala es llover sobre mojado. Mejor midan la efervescencia de los conflictos. Busquen elementos comunes: demandas, grupos que los apoyan o asesoran (para negociar también con ellos), temperatura del conflicto (etapa del mismo), grado e historia de la conflictividad. Deben hacerse la pregunta, ¿por qué estos conflictos están estallando ahora? ¿Cuál es el detonante?
Por ejemplo, en el conflicto en Barillas no pareciera que la empresa hidroeléctrica, que produce 5MW, sea el problema. Plaza Pública en uno de sus reportajes, señala, “El 23 de junio de 2007 una consulta comunitaria en Santa Cruz Barillas se llevó a cabo. Fueron 46 mil 472 personas las que votaron ese día. Sin embargo, como lo indica un reporte de consultas populares en el país de 2005 al 2011 del Sistema Nacional de Diálogo Permanente, Santa Cruz Barillas votó en contra de la minería. No votaron en contra de una hidroeléctrica”. Más adelante, el mismo artículo cita a JP, un líder comunal que remarca su posición: “Nuestra negativa es, en sí, en contra de los modelos económicos que está implementando el gobierno”. Ante estas contradicciones, cabe preguntarse, ¿cuál es entonces el origen de este conflicto?
Según Balcárcel, se tienen identificados 2,258 conflictos de varios tipos, y aún faltan por contar. Con esta cantidad de conflictos, lo más sensato es recomendar que se priorice. Pueden escoger los de mayor efervescencia, para evitar otro Barillas, pero se corre el riesgo de convertirse en apaga incendios. O pueden seleccionar los que tengan un efecto dominó o aquellos emblemáticos que tengan un mayor impacto.
La negociación será exitosa si el acuerdo es sensato, eficiente y si mejora, o por lo menos no deteriora, la relación entre las partes.
“Que la sabiduría los acompañe”.
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