Es por ello que se incluyó su reducción en tres cuartas partes como una de las metas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que este año debían haberse cumplido. Desafortunadamente, esta es una de las metas que a nivel mundial tuvo menos avances. Y Guatemala no es la excepción, ya que para cumplir la meta debía haber alcanzado 55 muertes maternas por cada 100 000 nacidos vivos. Y aunque se logró reducir la mortalidad materna, en 2013 todavía era de 113. El pasado 25 de octubre se lanzaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la cumbre en Nueva York y con estos la nueva agenda 2030. Y la reducción de la mortalidad materna continúa siendo una meta, ahora dentro del ODS 3: «Garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos en todas las edades».
Lo más preocupante es que esa razón de mortalidad materna en 2013 (113 por cada 100 000 nacidos vivos) es un promedio nacional. Existen importantes diferencias que evidencian la exclusión de que son víctimas esas mujeres: en el municipio de Santa Eulalia, en Huehuetenango, la razón es de 549 (casi 5 veces el promedio nacional), y en San Sebastián, Huehuetenango, es de 526. En mujeres indígenas, la razón es 2.5 veces mayor que en mujeres no indígenas (159.1 versus 70 por cada 100 000 nacidos vivos). Y si vemos el nivel de escolaridad de las mujeres que fallecieron, existe una relación inversa: a mayor nivel educativo, menor probabilidad de fallecer por maternidad. Según el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, en números absolutos, la razón de 113 corresponde a 452 mujeres que murieron por cuestiones relacionadas con el embarazo, el parto o el puerperio y que dejaron a un total de 1 394 niños y niñas en estado de orfandad. ¿Cuáles son las implicaciones de esto para la sociedad?
Al analizar las causas de la mortalidad materna se hace referencia a las cuatro demoras, razones que pueden estar involucradas en un retraso que podría resultar en una muerte materna: la primera demora está relacionada con la falta de conocimiento de las señales de peligro por parte de las mujeres, sus familias y la comunidad. La segunda, con que el hecho de que, aunque la mujer reconozca las señales de peligro, no toma por sí misma la decisión de movilizarse al establecimiento de salud más cercano, lo cual se vincula con la desigualdad de género: está sujeta a que su pareja, sus padres o sus suegros decidan por ella, y esto pone en riesgo su vida. La tercera demora se refiere a las dificultades que puedan presentarse en relación con los medios de transporte y el acceso a estos para llegar a los servicios de salud. Finalmente, la cuarta demora hace referencia a la atención deficiente e inoportuna del establecimiento de salud por varias causas: falta de capacidades en el personal que atiende o falta de insumos, medicamentos o equipo.
En pleno siglo XXI es inaceptable que en Guatemala mueran mujeres al dar vida. Existen suficientes conocimientos y estudios para que esto no ocurra. Guatemala cuenta con un Plan Nacional de Reducción de la Mortalidad Materna, que contiene cuatro pilares o ejes que pretenden atender las cuatro demoras:
- Garantizar el acceso a servicios de planificación familiar de alta calidad y sin discriminación alguna. Se ha demostrado que los embarazos planeados tienen mejores resultados de salud y que el espaciamiento adecuado de los nacimientos contribuye a evitar muertes maternas.
- Que todo parto sea atendido por personal calificado y con alta calidad.
- Contar con la capacidad de resolver las emergencias obstetricias en todos los niveles.
- Contar con un sistema confiable de vigilancia epidemiológica que permita una mejor toma de decisiones y la evaluación de los resultados obtenidos.
Asimismo, es importante el relacionamiento de las comadronas y su saber tradicional con el personal de los establecimientos del Ministerio de Salud para asegurar que se genere la confianza y el acercamiento que permita una atención oportuna y de calidad.
Esperemos que el nuevo gobierno que asuma en enero de 2016 adopte con la prioridad necesaria el compromiso de evitar más muertes maternas y de promover una maternidad sana y segura, así como maternidades libres e informadas, condición para el desarrollo de cada mujer, de las familias y de las comunidades.
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