Nos preguntaron: «¿Y qué impacto tiene hacer un mural?». Rápidamente otra persona se adelantó y dijo que el beneficio era garantizar que los participantes, principalmente jóvenes, usaran sanamente el tiempo libre. Esa frase quedó dando vueltas en mi cabeza porque no me parecía correcta. Desde Jóvenes contra la Violencia nos unimos a #InstintoDeVida, una alianza latinoamericana que busca reducir los homicidios en la región y superar así esta epidemia de violencia. ¿Pueden esas horas de ocupación pintando murales coadyuvar a reducir los homicidios?
Nos ha parecido erróneo creer que la prevención de la violencia es un tema solo de la ocupación del tiempo. Hay múltiples programas y proyectos que nos ven a los jóvenes como objetos vulnerables que necesitan ser intervenidos. No, esto se trata de lograr transformaciones desde el ser y junto con el entorno.
En 2017 apoyamos en algunas gestiones para organizar el festival Bonito mi Barrio, que empezó alrededor del 2011 impulsado por un par de pioneros creativos que pusieron su tiempo, brochas, espráis y pintura con el sueño de llenar de color la ciudad. Ha evolucionado positivamente desde entonces, tanto que ahora se le considera el más grande en Centroamérica. Solo con escuchar el nombre se deduce que trae consigo una apropiación del territorio y una pertenencia a este, aunque en ese momento no lo entendimos del todo.
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En el caso del mercado El Granero, nueva área en la que se desarrolló el festival en el 2018, ya se empiezan a ver cambios positivos: de tener un basurero clandestino que presentaba una imagen visual y olfativa molesta y que era una amenaza ambiental, ahora, con la recuperación que han efectuado la Municipalidad de Guatemala y la alcaldía auxiliar de la zona 4 junto con el equipo de Bonito Mi Barrio, dicha área no solo permite comer al aire libre sin preocupaciones de moscas, sino que además ha fortalecido el trabajo entre sectores locales y sus relaciones. Actualmente, las personas que pasan por el lugar lo ven de forma distinta. Los miembros de la asociación y las empresas locales participaron en la selección de los bocetos ganadores, que ahora los saludan desde el muro diariamente.
Para realizarlo se hacen diferentes gestiones. Los artistas se inscriben en el concurso y son seleccionados por los miembros de la comunidad: patrocinadores y miembros de la tribu del color, que es como nos gusta llamar al equipo organizador de Bonito mi Barrio. Después de la selección de bocetos, estos pasan a ser pintados en el barrio o vecindario que se desea intervenir. La acción implica una logística grande, que involucra dividir muros para la cantidad de artistas seleccionados e invitados y gestionar el espacio, los permisos, pinturas y espráis de distintos colores, alimentación y bebida para los participantes, las redes sociales y los voluntarios, entre tantas acciones más que la tribu del color hace ad honorem con el único objetivo de recuperar espacios y embellecer la ciudad.
Poner bonito un barrio es acompañar en la recuperación del territorio, permitir que otros muestren solidaridad ante el bienestar y los problemas de otros. Es buscar que se detengan las migraciones por inseguridad y violencia, prevenir que se pierdan relaciones y barrios y lograr la resignificación de los espacios y la dignificación de sus usuarios. En Jóvenes contra la Violencia y la alianza #InstintoDeVida estamos convencidos de que se pueden crear transformaciones profundas. La prevención de la violencia no es pintar muros, no es maquillaje, pero las pintas con contenido, reflexión, colaboración y auténtica conexión logran ir gestando verdaderas transformaciones individuales y colectivas.
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