Hemos conversado sobre gestión de riesgos, política y economía con «familiares y amistades libertarias»[fn]Plaza Pública realiza una revisión de las columnas antes de su publicación. Es un trabajo silencioso e invisible que agradezco sobremanera. En este caso dialogamos con la persona a cargo sobre la pertinencia de escribir «familiares y amistades libertarias» en lugar de «familiares y amigos libertarios». Si bien la segunda opción parece más conveniente para el castellano, asumo la responsabilidad de usar la primera, que me parece más incluyente.[/fn]. Y tarde o temprano hemos llegado a algunas ideas que parecen irreconciliables.
Pero en la dinámica de esos diálogos hemos alcanzado consensos en torno a una sociedad mejor que la actual, especialmente cuando dejamos de lado los fetiches que estúpida y repetidamente se siembran en la mente de la gente y que por lo regular tienen un objetivo: crear un enemigo a la medida de intereses particulares.
Acaso en Guatemala, por esa razón, nos enfrascamos en posiciones, y no en principios. Y, como bien lo señalan Fisher, Ury y Patton[fn]Roger Fisher, William Ury y Bruce Patton. Sí… ¡De acuerdo! Cómo negociar sin ceder. Colombia: Norma, 2003. Este libro se hizo popular en los años 1990 por difundir la esencia de un proyecto de la Universidad de Harvard sobre la negociación.[/fn], un elemento esencial es la necesidad de separar a las personas del problema. De ahí tal vez el final clásico en muchas discusiones que tocan ideologías: descalificar a la otra parte sin oportunidad de discutir las ideas.
Para nuestro caso, coincidimos con mis familiares y amistades libertarias en torno a la corrupción, que cuesta muy cara, y en que duele pagar impuestos para que estos sean dilapidados en nuevas fortunas. Curiosamente, también hemos coincidido en que la corrupción no es responsabilidad solo del Estado: corrupción es también evadir impuestos, comprar voluntades para hacer negocios y aprovechar el caos burocrático para mantener privilegios. Finalmente estuvimos de acuerdo en que tanto burócratas como empresarios corruptos deberían estar en la cárcel.
Hubo también consensos interesantes en torno al mercado y a la libertad individual. Lo que me parece inmoral es que haya capitales que tengan más derechos que una persona de verdad y que, en lugar de producir una mercancía y venderla para ganar dinero, se pretenda convertir en mercancías el ambiente, la salud, la educación e incluso la seguridad. En las últimas ideas siempre hubo disensos que merecen todavía mucho diálogo y café.
Pero en todos los casos fue gratificante dejar atrás los fetiches y las visiones maniqueas del Estado versus el mercado. Esas posiciones son para aquellas personas que no tienen capacidad de ver más allá de sus prejuicios, que no pueden o no quieren pensar una sociedad más allá de sus utopías de izquierda o derecha.
Por supuesto. Hay ideologías e intereses. Esa idiotez del fin de la historia o de que las clases sociales desaparecieron dejémosla para los políticos que quieren vendernos humo. Podemos coexistir, dialogar y hasta encontrar consensos pese a las diferencias.
En ese orden de ideas, quisiera regresar a un mensaje central: la humanidad siempre ha encontrado formas innovadoras de resolver sus problemas. No nos neguemos, entonces, la posibilidad de cuestionar un sistema que a todas luces no funciona y la oportunidad de hacer mejor las cosas.
No se trata de un mero equilibrio filosófico entre Estado y mercado. Se trata de repensar una sociedad donde la gente más pobre no esté dispuesta a cualquier cosa precisamente porque no tiene nada que perder.
Sin duda, hay muchos temas controversiales, como la democracia, que no alcanzo a abordar en este espacio. Pero es posible hablar de cualquier cosa si dejamos de lado los dogmas: ni la propiedad privada es sagrada ni la planificación total de la economía es posible. Ni es posible una sociedad basada en el egoísmo ni se puede redistribuir toda la plusvalía sin colapsar al sistema.
Curiosamente, los extremos de izquierda y de derecha son afines justamente por su visión maniquea del mundo.
Ojalá en esta campaña política hubiera una discusión honesta sobre ideas y cada partido expusiera su ideología. Pero me temo que solo escucharemos mensajes vacíos de «bienestar y felicidad total para todos y todas» otra vez.
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