Buscando una descripción de la situación que llevó a acuñar la frase “la mujer del César no solo debe ser honrada; sino también parecerlo” he encontrado la siguiente: la famosa frase del Divino Cayo Julio César, y que nos traslada Plutarco, hace referencia a que por la importancia que tenía en la sociedad romana la mujer del César, esta no solo debía de ser honrada sino parecerlo. Según la historia, Julio César se divorció de Pompeya Sila al poco tiempo de ser ungido emperador, porque ella as...
Buscando una descripción de la situación que llevó a acuñar la frase “la mujer del César no solo debe ser honrada; sino también parecerlo” he encontrado la siguiente: la famosa frase del Divino Cayo Julio César, y que nos traslada Plutarco, hace referencia a que por la importancia que tenía en la sociedad romana la mujer del César, esta no solo debía de ser honrada sino parecerlo. Según la historia, Julio César se divorció de Pompeya Sila al poco tiempo de ser ungido emperador, porque ella asistió a una Saturnalia, orgía sexual que se permitían las damas romanas de la aristocracia en algunas oportunidades. Anunciado el divorcio, las más conspicuas matronas del patriarcado romano pidieron a Julio César la revocatoria de su divorcio ya que su esposa, Pompeya, había asistido solo como espectadora y no había cometido algún acto deshonesto. Julio César contestó: “La mujer del César no solo debe ser honrada, sino además parecerlo”. Desde entonces, parafraseando a Julio César, cuando una persona cae bajo la duda de haber cometido un acto sospechoso, aun cuando no esté comprobado lo doloso del mismo, se dice “no solo hay que ser sino parecer”.
El detalle fino y flexible de la ética en política (quien acceda a Netflix recomiendo que vea “House of Cards”) es el mismo en todo el mundo; no hay santos y abundan los pecadores que mantienen la característica de hacer todos los esfuerzos por parecer honrados. Mientras más se baja en la escala del desarrollo político y social puede observarse una lógica inversa, estos personajes obtienen un siniestro placer en hacer ostentación de lo evidentemente mal habido, los vehículos, las armas, las comitivas, las casas de descanso y cuanto se les ocurra; ni siquiera en un país vecino, mientras más cerca de su grupo tribal mejor.
Acá es sencillo, al sentido contrario de lo dicho por el César: “no solo hay que ser deshonesto, sino hay que ostentarlo”.
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