Y en muchos casos no solo los posiciona, sino que también logra aprobarlos dentro del Congreso (ver la entrevista de Barreto aquí). Por lo mismo es necesario discutir a profundidad y con detalles aquello que él propone pero deja sin definir, pues de esa manera podemos garantizarnos que la discusión tomará un rumbo técnico apoyado en la evidencia que existe. Uno de esos temas que él menciona es atraer inversión en industria para generar empleo masivo en Guatemala.
Asia del Este, incluyendo China, ha basado parte importante de su desarrollo y su reducción de la pobreza en el apoyo al crecimiento de la industria ligera, una industria que por sus características tecnológicas tiende a depender de grandes cantidades de mano de obra con niveles intermedios de nivel educativo. De ese modo ha facilitado la creación de empleo en las etapas tempranas de desarrollo (algo válido para el interior de Guatemala). Dado que la opción en el interior de la República es la agricultura (especialmente de subsistencia) y el comercio informal, el trabajo formal en fábricas es un brinco cualitativo.
Traer industria a Guatemala no es tan fácil como en la década de 1960. Era un mundo muy distinto al actual. Europa del Este era soviética. China aún era dominada por Mao. Los Tigres Asiáticos aún estaban en el proceso de implementar las reformas que los haría desarrollarse. Además, en América Latina existían muchas restricciones para atraer inversión extranjera. Hoy todo ello ha cambiado. No solo todos esto actores compiten por la atracción de inversión, sino que también países en África se han sumado a la atracción de inversión en industria.
Tanta competencia ha creado un piso mínimo de la competencia. Ninguna empresa va a decidir invertir en Guatemala porque ahora tome menos de una semana abrir una empresa. Pero lo contrario es casi seguro: si los países más competitivos ofrecen abrir una empresa en 48 horas, muchas empresas dudarán venir a Guatemala porque sospechan que, si ni eso logramos, es probable que en otros temas tampoco seamos muy competitivos.
Lograr esto requiere pensar más allá de los incentivos fiscales y de facilitar la entrada a nueva inversión. Mientras los incentivos fiscales tienen la ventaja de ser claros y de ofrecer cierta estabilidad en las reglas de juego, realmente solo implican incrementar las ganancias en un 33% (25% dividido 75%). Mientras tanto, reducir los costos de electricidad y de transporte, así como mejorar el funcionamiento de las cortes en el país para temas comerciales, pueden implicar incrementos en la rentabilidad mucho mayores, así como la entrada de industrias que hoy no existen en el país y que pueden incrementar la posibilidad de negocios de otras empresas. Por ejemplo, si la electricidad en Guatemala fuera más barata podríamos contar con más textileras de telas sintéticas. Esto nos haría depender menos de Asia y contar con productos de manera más rápida para poder llegar al mercado americano en menos tiempo y a un costo menor, pues se necesitan menos inventarios. Eso implicaría más oportunidades de empleo en el sector de vestuario. Oportunidades que resultan ser mucho mejores que vender en los mercados cantonales del país o depender de la agricultura de subsistencia.
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