Muchas personas afirman que la motivación es externa. Depende de factores externos para sembrar esa fuerza interna para realizar eventos extraordinarios.
Para mí, esa fuerza interna nace por decisión propia. No necesito que un estadio esté lleno como para correr más. No necesito que alguien me transmita positivismo para yo mover mis pies e ir en búsqueda de lo que quiero. Respeto a los motivadores, respeto el contenido que quieren transmitir y no lo niego, muchas veces he aplicado esos...
Muchas personas afirman que la motivación es externa. Depende de factores externos para sembrar esa fuerza interna para realizar eventos extraordinarios.
Para mí, esa fuerza interna nace por decisión propia. No necesito que un estadio esté lleno como para correr más. No necesito que alguien me transmita positivismo para yo mover mis pies e ir en búsqueda de lo que quiero. Respeto a los motivadores, respeto el contenido que quieren transmitir y no lo niego, muchas veces he aplicado esos conceptos para enriquecer los conceptos e ideas internas que manejo. Soy proactivo y positivo en las actividades motivacionales, pero me parece inconcebible que mi motivación dependa de eventos externos.
De igual manera, esa misma motivación es la que me empuja a soportar los momentos adversos que he tenido durante mi carrera y mi vida personal. Es ese deseo de dar lo mejor de mí, de aprovechar el talento que Dios me otorgó al momento de nacer. Yo lo veo como la única manera de agradecerle por dicho regalo, el aprovecharlo al máximo y ser fuente de inspiración para los demás.
Un día, mi entrenador en Antigua GFC me compartió un comentario que hizo un jugador de beisbol cuando le preguntaron qué lo motivaba a dar su 100% en cada partido, y él contestó:
“El saber que en las gradas puede haber un niño que me vea por primera vez, y yo sea inspiración para su vida”.
Algunos le llaman profesionalismo, otros, integridad en lo que se hacen, yo lo llamo pasión…
Más de este autor