Otros llegaron a impulsar meras ocurrencias y el MAGA navegó a la deriva. Así, un errático comportamiento de este Ministerio unido a una desmesurada politización en todos los elementos que resultan claves para fortalecer sus capacidades -estructura, presupuesto, personal, programas, entre otros–, explican la decadencia agropecuaria y agraria imperante en el país que, finalmente, impacta de manera negativa en los pobladores rurales en general y de manera especial en los más vulnerables.
Con el deterioro de sus laboratorios especializados, de sus sistemas de información, de sus capacidades de investigación, de asistencia técnica, de inversiones estratégicas en infraestructura productiva y gestión de recursos naturales, de articulación de sus diferentes unidades centralizadas y de entidades descentralizadas, el MAGA ha pulverizado su mandato de servicio público, de corrección de fallas de mercado y de reducción de la pobreza y desigualdades. Esta entidad, más que una inversión, es el testimonio de un gasto social. Pese a todo, el sector bajo su formal tutela, aporta, según datos del Banco de Guatemala para 2011, el 16% del PIB y permite un 38% de la ocupación nacional y un 8% de los empleadores adscritos al IGGS.
Un indicador que es útil para revisar cuan apegada está una entidad de servicio público a su mandato es la distribución y utilización de su presupuesto. Un estudio auspiciado por el Banco Mundial que circuló en el año 2009 –Anson, R. y otros– mostró que los recursos del MAGA no sólo son escasos, sino que la orientación de sus presupuestos transitó progresivamente, desde un enfoque dominantemente público a un enfoque dominantemente privado.
El ejemplo más prominente de la privatización de los fondos públicos de esta cartera es el programa de fertilizantes. Durante el período 2004-2012, a través de este programa, se han dilapidado 2,042.7 millones de quetzales. Como guinda de esta pequeña gracia, y conforme la irresponsabilidad que ha privado en el reparto y uso de los fertilizantes, se ha contribuido, seguramente, al deterioro de suelos y a la contaminación del agua. Imaginemos cuántas capacidades de beneficio público –investigación, gestión del agua para la producción, obras físicas de conservación de suelos, servicios de laboratorio, etc.– se hubiesen podido desarrollar con esos fondos para consolidar sistemas de producción familiares altamente productivos, diversificados, estables y amigables ambientalmente. Por el contrario, los rendimientos que se obtienen del maíz, el arroz, el sorgo y el frijol son inferiores al promedio centroamericano y, para los primeros tres cultivos, por lo menos dos veces inferiores a los que se obtienen en países como Brasil, Argentina y Uruguay. En consecuencia, hoy nos lamentamos por la inseguridad alimentaria y nutricional imperante en los territorios rurales y también por los problemas que afectan, por ejemplo, a los pequeños productores de cardamomo y café, en cuyo caso, solo podemos reaccionar cuando el caos se ha establecido.
¿Cuánto puede hacer un Ministro? Bastante. Y el actual es una persona inteligente; de carrera ascendente tanto profesional como académica; con una fuerte capacidad de aprendizaje; honrado a toda prueba y con suficiente audacia como renovar y dinamizar el Ministerio, trazar un horizonte para el agro sobre la base de la realidad socioeconómica y ambiental actual y priorizar procesos, estructuras y estrategias para aproximarse a tal horizonte. El Ministerio, sin duda, está en buenas manos.
Pero, cómo están los recursos de que dispone y el entorno que enfrenta. Sin pretender exhaustividad, en el caso de los recursos, el nuevo Ministro asume una entidad bastante deformada en su estructura, lo cual plantea problemas de respuesta; un plantel de dudosa capacidad y compromiso; un presupuesto clientelar y un conjunto de entidades descentralizas que operan sin articulación ante la incapacidad histórica del MAGA de hacer valer su condición de cabeza sectorial. En el segundo caso, el entorno, el Ministro se enfrentará a las presiones eternas por las plazas, los proyectos, los fertilizantes, etc. Ahí, encabezando las filas de ansiosos por devorar esos recursos públicos, están los diputados, los alcaldes, los gobernadores, los proveedores, los allegados al partido y otro montón de pícaros. Y como si esto fuera poco, también están los partidos ya en campaña electoral, dispuestos a destrozar todo aquello que pueda abonar a un relativo éxito del actual gobierno.
Si bien el MAGA está en buenas manos, el Ministro parece que no. Veremos si el Presidente da el respaldo político contundente y oportuno, tan necesario cuando un buen profesional desea concretar exitosamente los cambios estructurales que demanda el país. Ojala el Presidente no vaya a pensar que lo normal es que un funcionario de ese nivel debe acostumbrarse a navegar en un pantano de serpientes y si termina devorado, simplemente habrá que decir: no tenia colmillo suficiente.
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