Si las políticas empezaran a implementarse hoy, en 30 años tendríamos gerentes y políticos que en su adolescencia y juventud trabajaron de meseros, de cocineros, de recepcionistas, etc. El trabajo que uno desempeña hoy no sería una señal de clase social, no será señal de lo que uno estará haciendo toda la vida; al contrario, será un signo de superación personal.
Sin embargo, parece que Guatemala aún no está respondiendo a la creación de empleo para jóven...
Si las políticas empezaran a implementarse hoy, en 30 años tendríamos gerentes y políticos que en su adolescencia y juventud trabajaron de meseros, de cocineros, de recepcionistas, etc. El trabajo que uno desempeña hoy no sería una señal de clase social, no será señal de lo que uno estará haciendo toda la vida; al contrario, será un signo de superación personal.
Sin embargo, parece que Guatemala aún no está respondiendo a la creación de empleo para jóvenes. ¿Qué tan fácil es para un joven guatemalteco encontrar trabajo después de secundaria o después de terminar la Universidad? No lo sabemos a cabalidad, pues las estadísticas nacionales no se han diseñado para responder este tipo de preguntas. En general, sabemos que cada año cerca de 200,000 personas entran a la fuerza laboral, pero solo se crean, en promedio 20 mil empleos. Si a ello le agrego lo que conozco de manera directa e indirecta, diría que en general es complicado conseguir trabajo. Primero, muchos no encuentran un trabajo cercano a lo que han estudiado. Segundo, muchos no cuentan con experiencia laboral para convencer a potenciales empleadores que pueden desempeñar bien el trabajo.
El primer problema tiene tres aristas. Por un lado, es un tema de información. Pocos padres de familia y jóvenes saben cuáles son las carreras que en Guatemala genera más empleos y mayores salarios. Pocos saben en qué escuelas o en qué Universidades dichas carreras van a acceder a las competencias y contactos que les permitan avanzar. Por otro lado, es un tema de calidad de la educación y su vinculación a la industria. Pocas escuelas y universidades trabajan de cerca con los futuros empleadores de los estudiantes, para ajustar sus clases de manera que respondan a necesidades reales del mercado y no solo a lo que pide el Ministerio de Educación. Y, en cuanto al INTECAP, el mismo tampoco parece estar a la altura (me encantaría ver un buen estudio de impacto al respecto). El tercer elemento es el bajo nivel competitivo del país (seguridad, precio de la electricidad, costos de logística, políticas laborales que no se han adaptado a las nuevas industrias, costosa y tardada tramitología, etc.), que no favorece el desarrollo de nuevas industrias y empresas para generar más fuentes de empleo
El segundo problema pareciera ser el mismo que el anterior, pero no lo es. Para adquirir experiencia laboral uno no tiene que trabajar en lo mismo que uno ha estudiado. De hecho, la experiencia laboral muchas veces lo que busca demostrar es que se tiene la madurez, la responsabilidad, y los valores de un buen trabajador, aun si no ha trabajado en la misma industria. Eso pasa porque muchos jóvenes y padres de familias reconozcan el valor y la importancia del trabajo de medio tiempo, así como el trabajo de vacacionista. También pasa porque el Ministerio de Trabajo y el Congreso faciliten estas formas de contratación. De esa manera, restaurantes, hoteles y un sinfín de empresas de manufactura y de servicios podrían contratar jóvenes para proveerles de esa experiencia que necesitan para empleos futuros.
Más de este autor