Para conocer la percepción de los habitantes se necesita de una encuesta de opinión, y para acercarnos a la realidad es indispensable contar con encuestas de victimización. El proyecto LAPOP de la Universidad de Vanderbilt nos permite saber lo que ocurre en Latinoamérica cada dos años respecto a ambos temas, y nos facilita la comparación adecuada entre países.[1]
Veamos primero la realidad de delincuencia. En 2010, no había diferencia estadísticamente significativa entre Guatemala y El Salvador en cuanto a la probabilidad de ser víctimas de la delincuencia (no hablamos de violencia homicida, sino de otro tipo de delitos).[2] Entre un 23 y 24 por ciento de los encuestados de ambos países afirmaron haber sido víctimas de algún acto delincuencial (el promedio latinoamericano fue de 18 por ciento).
Ahora demos un vistazo a la percepción. En El Salvador, la mitad de los encuestados dijeron sentirse algo o muy inseguros en el lugar donde viven. En contraste, sólo un 38 por ciento expresó tal nivel de inseguridad en Guatemala. Más del 60 por ciento dijeron sentirse algo o muy seguros donde viven. Este resultado es similar al promedio latinoamericano (35% inseguros versus 65% seguros). De tal manera que aunque el nivel de victimización en ambos países es el mismo, las percepciones sí difieren, pero en sentido negativo para El Salvador pues allí la sensación de inseguridad es mayor. Mi explicación de esto tiene que ver con la diferencia entre “Las Dos Guatemalas”: “En áreas urbanas alrededor del 30% de los entrevistados señaló que ellos o algún miembro de la vivienda fue víctima de la delincuencia en el último año, mientras que en áreas rurales únicamente el 17% de las personas fueron victimizadas.”[3] La muestra salvadoreña fue 62 por ciento urbana, mientras que la guatemalteca fue sólo 47 por ciento urbana, reflejando así las realidades de ambas poblaciones.
¿Qué es lo que realmente define la percepción de (in)seguridad en la gente? Indudablemente lo que publican los MCS tiene algo que ver (en ambos países gozan casi del mismo nivel de confiabilidad que tienen en la región), pero me inclino a pensar que hay otros factores, más tangibles, que podrían explicar en mejor medida la percepción. Por ejemplo, las encuestas LAPOP también preguntan sobre la presencia de las maras en los barrios y colonias, y en ambos países resulta estadísticamente significativa la tabla de contingencia entre alto nivel de presencia de las pandillas juveniles y la percepción de inseguridad. En Guatemala un 74 por ciento afirmó que las maras han afectado poco o nada sus barrios o colonias; mientras que en El Salvador esta respuesta baja al 64 por ciento. Además, LAPOP indaga sobre los niveles de confianza entre los vecinos, y también resulta cierto en ambos países que a mayor confianza interpersonal hay una mejor percepción de seguridad. Solo que en esta dimensión, El Salvador está mejor que Guatemala, pero no mucho mejor (63 versus 58 por ciento afirman que la gente de sus comunidad es muy o algo confiable, respectivamente).
Finalmente, tanto en El Salvador como en Guatemala, el nivel de confianza en la Policía Nacional Civil (PNC) se corresponde con el grado de seguridad que percibe la población. Donde hay desconfianza se sienten algo o muy inseguros. Sin embargo, la confianza en la PNC salvadoreña es prácticamente el doble de la guatemalteca. Así que, me atrevo a lanzar una hipótesis, el efecto diferenciado que tiene la presencia de las maras en las zonas rurales y urbanas estaría pesando más que las otras variables a la hora de explicar las percepciones de (in)seguridad.[4] Habría que evaluarlo con algún modelo de regresión apropiado.
* http://martinrodriguezpellecer.com/2012/09/25/79-sentirse-tranquilo-en-e...
[1] En Guatemala la encuesta está bajo responsabilidad de ASIES, y en El Salvador colaboran FUNDAUNGO y el IUDOP-UCA.
[2] La pregunta de victimización es la siguiente: “¿Ha sido usted víctima de algún acto de delincuencia en los últimos 12 meses? Es decir, ¿ha sido usted víctima de un robo, hurto, agresión, fraude, chantaje, extorsión, amenazas o algún otro tipo de acto delincuencial en los últimos 12 meses?”
[3] D. Azpuru (2010). Cultura política de la democracia en Guatemala, 2010, p. 82.
[4] En el área rural guatemalteca sólo un 19 por ciento se siente afectado por las maras (34 por ciento en lo urbano). En El Salvador es 21 de efecto negativo en áreas rurales y 44 por ciento en las urbanas.
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