El Concierto Maldonado-Las Casas marcó el inicio de otra historia en el territorio del Mayab. Mucho del por qué los verapacenses somos como somos tiene su origen en dicho tratado.
Para 1530 prácticamente ya se había invadido toda la región conocida actualmente como Guatemala pero Tezulutlán seguía incólume.
Fray Bartolomé de las Casas había llegado en 1534 a Santiago de los Caballeros proveniente de Nicaragua. Salió de allá por los ultrajes que sufrió al haber declarado en excomunión a quienes fueran (y fueron) provistos con armas a la conquista del Desaguadero. Y su intención era encontrar un escenario donde pudiera experimentar su propuesta explicitada en su De Unico Vocationis Modo Omnium Gentium ad Vera Religionem.
Alonso de Maldonado, Gobernador interino de Guatemala, mordió el anzuelo que Las Casas le lanzó al criticarlo fuertemente por su proceder con los indígenas: Invitó Maldonado al fraile para hacerse cargo de la reducción de Tezulutlán.
Las Casas aceptó el reto y firmaron un tratado que establecía las bases de dicha reducción. Los puntos torales de la capitulación fueron:
1. Maldonado, en nombre del Rey, garantizaba que por el término de cinco años ningún español que no fuera de los dominicos de Las Casas entraría al territorio.
2. Las Casas se comprometía a traer a los indígenas de dicha región a la sujeción del Rey en condición de vasallos, no de esclavos.
3. El tiempo de dichos cinco años comenzaría a contar desde el mes en el que los dominicos entraran a dicha Provincia y Tierra (sic).
El Tratado, llamado Concierto Maldonado-Las Casas, se firmó el 2 de mayo de 1537.
Extrañamente, un mes después, el 1 de junio de 1537, Alejandro Farnesio, conocido como Papa Paulo III, firmó la bula CELSITUDO DIVINIS CONSILIUM, donde preconizaba que los habitantes de las Indias Occidentales estaban exentos de trabajos serviles todos los domingos del año, la Navidad, las fiestas de la Circuncisión, Epifanía, Resurrección, Ascensión, Fiesta de Corpus Christi, Pentecostés, Natividad, Anunciación, Purificación y Asunción de la Gloriosa Virgen María Madre de Dios, San Pedro y San Pablo, y liberados de los ayunos de la Cuaresma.
Para poner la guinda al pastel, un día después, el 2 de junio de 1537, el Papa Paulo III, rubricó otra de mayor trascendencia: La SUBLIMIS DEUS en la cual declaraba que los indígenas del Nuevo Mundo, no obstante estaban privados de la fe, eran verdaderos hombres, no estaban privados de su libertad y no se les podía reducir a la esclavitud.
Conjugados los tres documentos en un solo tiempo y diversos espacios geográficos y sociopolíticos, dieron pábulo a que el extenso territorio cuyo nombre primigenio —según el investigador Julio Reiche— fue Sa’ Monká; luego, Tezulutlán (llamado así por los Nahuas); y a partir del 15 de enero de 1547, VERA PAZ, [Cédula Real firmada por el príncipe Felipe II “Por mandado de Su Majestad” (sic)] fuese La otra historia de Guatemala…
En el siglo XVI no había telegrafía, menos teléfonos móviles y no se podía chatear. Los viajes entre Europa y el Nuevo Mundo tardaban más de un mes. ¿No es extraño entonces que los tres documentos (uno firmado en Guatemala y dos en Roma) apunten a la misma dirección casi en las mismas fechas? Indudablemente, Fray Bartolomé de Las Casas era muy hábil. Habilísimo diría mi abuela.
Por cierto, Santo Domingo de Cobán —que así se llama nuestra ciudad cabecera—, se fundó el 4 de agosto de 1543. Un año de diferencia en 469 años tanto monta pero, recientemente, se ha voceado sin mayor soporte que su fundación fue en 1544.
Agradecemos de todo corazón a nuestro paisano Erick Barrondo la medalla de plata obtenida para Guatemala justamente a medio día del 4 de agosto de 2012.
Por razones de espacio, transcribo el Concierto Maldonado-Las Casas, en la sección de comentarios.
Más de este autor