El jueves de la semana pasada, el presidente de Guatemala declaró: «Este presupuesto sale única y exclusivamente de aquellos ingresos que se han visto aumentados y por la crisis económica, que está siendo superada. Y no necesitamos nuevos préstamos. Lo que necesitamos es más fuentes de trabajo».
La intención populista de estas declaraciones salta a la vista de manera descarada. Por un lado, el mandatario busca apoyarse en la aversión que en Guatemala le tenemos a la deuda pública al repetir cual cantaleta que en el proyecto de presupuesto para 2022 no se incluyeron préstamos nuevos. Sin embargo, se cuida de omitir que, aunque estos efectivamente no se gestionaron, sí se consideran desembolsos de préstamos ya contratados por 2,452 millones de quetzales.
Pero la declaración, además de demagógica, es mentirosa, pues el hecho de que no se hayan gestionado préstamos nuevos no quiere decir que Giammattei no le esté solicitando al Congreso endeudamiento público para 2022. Resulta que el proyecto de presupuesto para el año entrante incluye una deuda bonificada por 16,963 millones de quetzales, lo cual evidencia que es una mentira descarada la aseveración de que «este presupuesto sale única y exclusivamente de aquellos ingresos que se han visto aumentados».
Por otro lado, debe tomase en cuenta que los préstamos con las instituciones financieras internacionales en realidad son deuda pública barata, ya que estas brindan las tasas de interés más bajas y los plazos para pagar más largos. Mientras tanto, los bonos del tesoro son deuda cara, pues sus tasas de interés son más altas y sus plazos para pagar más cortos que los préstamos. Es decir, de hecho, la gestión de la deuda está totalmente desequilibrada en el proyecto de presupuesto para 2022 porque todo el endeudamiento público será con bonos del tesoro, deuda cara, y nada con préstamos nuevos, deuda barata. O sea, en 2022 el déficit fiscal se financiará de la manera más cara y menos conveniente para Guatemala. Esto no lo dijo Giammattei.
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Pero las mentiras y la demagogia del presidente no paran allí. Resulta que, en este ejercicio fiscal 2021, el Gobierno está contratando una cantidad enorme de deuda bonificada que no está usando para financiar inversiones ejecutadas este año. Al 31 de agosto de 2021 había colocado 15,393 millones de quetzales de bonos del tesoro en los bancos guatemaltecos, de los cuales solo 4,381 millones habían financiado gasto público ejecutado en 2021, mientras que los 11,012 millones restantes permanecen ociosos depositados en el Banco de Guatemala.
Este manejo anómalo del endeudamiento público en 2021 se agravó el jueves de la semana pasada, el mismo día que Giammattei alardeó de que el proyecto de presupuesto para 2022 tenía un endeudamiento público moderado porque el Gobierno había colocado en el mercado internacional de capitales bonos del tesoro por 1,000 millones de dólares estadounidenses. Es decir, los depósitos ociosos del Gobierno en el Banco de Guatemala se incrementarán en más de 7,700 millones de quetzales.
¿Para qué quiere Giammattei tanto dinero ocioso depositado en el Banco de Guatemala? El mismo proyecto de presupuesto lo dice: por lo menos 5,000 millones de quetzales de esta deuda bonificada que está siendo contratada en 2021 se gastarán en 2022. Pero los documentos no lo identifican como deuda pública, sino como uso de saldos de caja.
En pocas palabras y en lenguaje sencillo, el gobierno de Giammattei se está endeudando en este 2021 y está guardando el dinero en el Banco de Guatemala para gastarlo en 2022. Es decir, se endeudará menos en 2022 porque ya lo está haciendo en este 2021. Giammattei tampoco dijo esto.
No se deje engañar por un presidente mentiroso y demagogo.
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