Las imágenes del ingreso de fuerzas militares al Poder Legislativo de El Salvador en el marco de una crisis institucional provocada por las exigencias con tintes mesiánicos del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, solo confirman lo que parece ser una crisis global de las instituciones políticas. Similares sucesos con características menos dramáticas pueden citarse en casos como el juicio político al presidente Trump en Estados Unidos y la reelección de los gobernantes Juan Orlando en Honduras, Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua, así como en la crisis democrática recientemente acaecida en Bolivia por el intento de reelección del expresidente Evo Morales.
En el caso de Guatemala, aunque aún parece muy pronto para juzgar, existen indicios de que, con el tiempo, el nuevo gobierno podría enfrentar situaciones similares a las que se ven en El Salvador: las recientes declaraciones del presidente Giammattei solicitando la investigación de los juzgados de Mixco y San Juan Sacatepéquez por negarse a colaborar con su política de seguridad demuestran una tendencia similar de confrontar a quienes no se alinean a los planes de la Presidencia.
Lo que está en el fondo de todos estos procesos es la emergencia del personalismo en la política en una época marcada por la impaciencia política, el culto a la personalidad y el desdibujamiento de las instituciones, que ya no pueden responder con celeridad a las exigencias del mundo moderno. «El individuo toma una importancia mayúscula en la arena pública, exigiendo derechos o protagonismo en la política, evolucionando de manera rápida, ante un modelo de Estado con instituciones que se rezagan y no responden al nuevo orden social, por lo que pierden operatividad, sentido e incluso credibilidad por parte de los ciudadanos» (Alfredo Rico Chávez).
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Tal tendencia al personalismo en la política se complementa con lo que se ha llamado la ideología del éxito y la emergencia del hombre light, orientado al consumo inmediato, todo lo cual se complementa con la pronunciada tendencia de la sociedad a promover el culto a la personalidad en todos los campos. El mejor ejemplo es la rivalidad Messi-Ronaldo en el futbol, quienes durante muchas temporadas acapararon los máximos galardones del futbol. Lamentablemente, la combinación de estos factores corre el riesgo de alentar los caudillismos en la política, la de aquellos personajes recios, carismáticos y que simbolizan la imagen del éxito que la sociedad adora, de manera que ya nadie piensa en la concertación, en el trabajo en equipo y en el esfuerzo compartido, característicos del modelo burocrático tradicional.
Un análisis más detallado de estos sucesos apunta a que, más que a una crisis, asistimos a un cambio de época. La sociología viene advirtiendo desde hace varios años que la modernidad tardía ha desatado fuerzas que están cambiando profundamente las bases sobre las que se asienta la sociedad, de manera que lo que se está redefiniendo son las bases de cohesión que tradicionalmente la mantenían unida. Por ello desde hace años se habla de la crisis del lazo social.
En el caso particular de El Salvador, existe una preocupación adicional: la tendencia del presidente Bukele al uso de símbolos y frases religiosos en el ámbito político, que lamentablemente fortalecen la imagen de una dictadura disfrazada de democracia. Por eso hay que vigilar de cerca los acontecimientos en ese país, especialmente si Bukele logra su objetivo de doblegar al Organismo Legislativo. El escenario de Guatemala es muy similar al de El Salvador, especialmente si consideramos los frecuentes escándalos y controversias que caracterizan a los congresistas guatemaltecos. La baja legitimidad del Congreso podría alentar medidas de fuerza del presidente Giammattei si el Legislativo no colabora con los planes de seguridad del nuevo gobierno, sobre todo en lo relativo a las tres iniciativas de ley que ya han sido remitidas del Ejecutivo al Legislativo. Lamentablemente, la era del caudillismo político, lejos de disminuir, se ha fortalecido, por lo que se auguran no pocas crisis institucionales en el futuro de nuestros países.
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