El pasado miércoles 6, Les Luthiers cumplió 50 años de historia revolucionaria en un campo que inventaron y al que, sin necesidad de patente, ningún imitador ha podido llegar siquiera. Son 50 años en la cumbre. Póngale usted el adjetivo y el adverbio a esto. Les Luthiers ejecutan instrumentos musicales rarísimos y exclusivos. Su ensamble de voces es muy grato e inconfundible. Tocan desde cantatas barrocas hasta rap, pasando por baladas, música criolla argentina, música tropical, canto gregoriano, teatro, comedia y exquisitos juegos de palabras, todo en un espectáculo de dos horas.
Este grupo, nacido del movimiento de coros universitarios de la Argentina de los años 60, llena cualquier sala de teatro donde se presente. Por allá por 1992 se me desbocó el corazón al saber que se presentarían en Buenos Aires cuando tuve la oportunidad de estar allá. Anunciaron que la taquilla estaría abierta un lunes a las 8 de la mañana. Llegué lleno de ilusión antes de las 10, y los boletos ya estaban agotados.
El nombre del grupo revela sus primeras intenciones. Les Luthiers es el plural de lutier, la persona que se dedica a fabricar, afinar y vender instrumentos de cuerda.
Por allá por 2012, el grupo había inventado al menos 40 asombrosos instrumentos musicales. Y hoy han de ser más. Todos llaman la atención, pues son muy afinados y de buen escuchar. Algunos de ellos: la batería de cocina (fabricada con ollas y sartenes), el lirodoro o lira de asiento (lira montada sobre una tapa de inodoro), la mandocleta (mandolina montada en una bicicleta), la violata (viola hecha de lata), el dactilófono (instrumento de teclas montado en una máquina de escribir), y sigue la cuenta en el sitio oficial de los instrumentos o en este reportaje.
Su primera presentación oficial incluyó una obra inspirada en Johann Sebastian Bach (que dio pie a concebir al ficticio compositor que mencionan en sus conciertos: Johann Sebastian Mastropiero). Se trató de la lectura del folleto que acompañaba a un medicamento laxante en composición de cantata clásica con instrumentos simples, como el grupo les llama a sus invenciones.
Me recordé de una herejía propia ejecutada por la estudiantina de la Facultad de Agronomía de la USAC: el himno nacional con la música del que se cayó de la nube en que andaba. Pruebe y me cuenta. Después de la segunda estrofa regrese a este texto, que aquí somos muy serios.
La ironía política es una parte central del trabajo del grupo. ¿Será por eso que no pasan de moda? Durante una entrevista les preguntaron por qué eso era parte de su trabajo, a lo que respondieron: «Hemos viajado mucho, hemos investigado sobre el tema y sabemos que hay una isla en el Pacífico sur en la que los gobernantes se enriquecen a costa de su pueblo». Hasta las entrevistas se convierten en elementos para recopilar en un libro.
Sepa usted que en su sitio de internet tienen programados conciertos hasta el año 2020. Además, una visita a Youtube y una búsqueda del grupo por internet nos brinda el supremo placer de escuchar sus conciertos, parodias y virtuosos guiones.
El grupo no será lo mismo sin Daniel Rabinovich, fallecido en 2015. Este monólogo es clásico. ¿O qué decir de este diálogo con Marcos Mundstock?
Es de admirar la agudeza de los títulos de la mayoría de sus álbumes. Aquí unos pocos: Todo porque rías, Hacen muchas gracias de nada, Por humor al arte, Bromato de armonio y Do-re-mi-ja.
Entre sus distinciones figuran la ciudadanía española honoraria, el doctorado honoris causa de la Universidad de Buenos Aires para todos sus integrantes (incluidos los dos ya fallecidos), el premio especial Grammy Latino a la Excelencia Musical (2011) y el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades (2017).
Esto no pretende ni de lejos ser un homenaje a esos 50 años de punzosonriente existencia. Basta con que volvamos a disfrutar de su originalidad o compartamos lo bueno con quienes se lo habían perdido hasta ahora. ¡Enhorabuena, Les Luthiers!
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Preparado con información de Wikipedia, del sitio oficial del grupo y de los diarios El Mundo de España y La Hora.
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