La desigualdad y su magnitud

Somos básicamente desiguales en oportunidades y en resultados. Lo que sucede es que, tal y como ocurre con las colonias de bacterias en el cuerpo humano, lo que hay que cuidar es su magnitud. Las desigualdades existen porque existen, pero sus magnitudes deben ser controladas.

Ya la creciente desigualdad es considerada un peligro para la humanidad, similar a las amenazas ambientales, las migraciones por motivos violentos y el hambre. ¿Deberíamos preocuparnos acá en Guatemala por dimensionar la desigualdad, particularmente la del ingreso, y sus consecuencias? ¿Cómo podemos identificar los daños que está causando a nuestra sociedad una desigualdad de gran magnitud?

Cuando revisamos nuestras posiciones en un tema como la desnutrición crónica, que ha marcado ya generacionalmente a nuestra sociedad, vemos cómo en América Latina y el Caribe somos uno de los tres países en peores condiciones, junto a Haití y Bolivia. Sin embargo, cuando revisamos quiénes están peor en materia de crecimiento económico, tanto Haití como Bolivia siguen siendo citados, pero Guatemala no. Una de las explicaciones, entonces, parece ser que en nuestro país el problema de la desnutrición crónica no estaría relacionado con el crecimiento económico, sino con la desigualdad en el ingreso.

Históricamente se ha limitado la explicación del fenómeno de la desigualdad en el ingreso a los temas de propiedad del capital y de los medios de producción. Ya es tiempo de llevar la búsqueda de la explicación a otros temas que pueden estar relacionados con la existencia de trabajos mejor remunerados, dada la calificación del trabajador o la dotación de tecnologías.

Si el cambio tecnológico y su relación con las estructuras de los mercados, así como la flexibilización de los mercados laborales y la integración económica, han trasladado algo del poder que alguna vez tuvieron los trabajadores, los consumidores o los Gobiernos a los empleadores y las compañías multinacionales, no habría que apostarles todo en materia de reducción de la desigualdad a formas redistributivas básicamente fiscales. Hay que considerar antes la posibilidad de invertir masivamente en nutrición, educación y creación de capacidades que permitan tener empleos con mejor calificación.

La desigualdad va a existir siempre. La tarea es hacer manejable su magnitud y diferenciar entre la igualdad de oportunidades y la de resultados, que entre una categoría y otra caben muchos factores y diseños de contexto.