Pese a que no es ésta la primera ocasión en que se realiza un intento semejante –no hay que olvidar que los Acuerdos de paz, que están vigentes e institucionalizados, son una agenda de país a largo plazo–, existen razones para ser moderadamente optimista. Entre éstas se debe apuntar que el abordaje a la temática de fijar prioridades para el país desde el aparato estatal, es parte de un proceso serio por coordinar de manera efectiva las funciones de planificación y elaboración de presupuestos, que toma como punto de partida el plan de gobierno 2012- 2016, pero no se agota con él. Asimismo, se incluye un análisis del entorno que ubica las prioridades en el cumplimiento de los Objetivos del milenio, e incluye acciones de seguimiento posteriores a 2015.
La iniciativa de Segeplan, que sigue una ruta crítica de discusión y consulta, deberá ser estudiada y debatida por los diversos sectores involucrados en el desarrollo del país. Entre los desafíos que pretende abordar esta iniciativa, se incluyen como ejes el desarrollo territorial y una política industrial, que enfatizan elementos como los usos reales y potenciales del suelo y asegurar la disponibilidad de agua, que tendrán de manera definitiva, un impacto en la configuración del tipo de ocupaciones y la calidad de los empleos.
Katun’ 2032 toma como punto de partida una visión de Guatemala que prevé, para ese año, una población de 22 millones de habitantes, concentrada en un 65% en áreas urbanas. La PEA dedicada a las tareas agrícolas disminuiría del actual 33.6% a un 20.7%. Sin embargo, las actividades desarrolladas en las áreas rurales seguirían incluyendo a la agricultura para exportación y la producción de alimentos, pero se diversificarían hacia actividades no agrícolas como el ecoturismo, la producción de artesanías y la forestería. El restante 79.3% de la PEA se concentraría en tres grandes áreas: Infraestructura, logística y servicios; Vivienda y desarrollo inmobiliario; y Turismo.
De cumplirse estas previsiones, la configuración del empleo en Guatemala experimentaría una drástica transformación, que requerirá de la transición de la mano de obra agrícola, a una mano de obra con calificaciones diferentes para sectores como construcción o turismo, proceso que debe iniciarse ya. Sin embargo, la transición no depende exclusivamente del desarrollo de destrezas para transformar agricultores o trabajadores de maquilas en guías de turistas.
El marco de las relaciones laborales de Guatemala debe ser redefinido. La prioridad debe estar dada por el cumplimiento de las leyes laborales, garantizando de manera efectiva el pago del salario mínimo, especialmente en ciertas industrias del sector agrícola de exportación, desvinculando su pago a la consecución de metas, que por ejemplo, estarían aumentando el número de racimos a cortar con cada incremento anual del salario.
No se puede construir prosperidad sobre la base de la generalización de ingresos precarios e informalidad y no se debe realizar una planificación país pasando por alto que Guatemala no ha resuelto aún el tema del arbitraje dentro del marco del DR-CAFTA, y que el mes pasado ya se han presentado al gobierno de Estados Unidos cinco casos más. Está pendiente también la posibilidad que la OIT sancione este año a Guatemala con una Comisión de Encuesta, que pondría al país a la altura de la Rumania de Ceausescu, uno de los países que merecieron este honor en el pasado.
Es vital que la definición de una Agenda país defina soluciones a estos problemas estructurales. Y el proceso de discusión del Katun’ 2032 debe permitir discutir estos temas.
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