Bajo el peso de la indiferencia

Desde hace un par de años, el relleno sanitario de la zona 3 de Guatemala se ha convertido en uno de los lugares más vigilados y protegidos de la ciudad, por un ingente número de personas armadas que visten el chaleco verde de la Municipalidad. Estos guardias temen la mirada de periodistas y curiosos. La orden ha sido clara: no dejar que nadie ajeno a lo que sucede en su interior, pueda ingresar al basurero.

Comprometidos con su trabajo, los agentes municipales explican que su presencia en el lugar está justificada luego de que fueran publicadas varias fotografías que “no tenían que salir”. Las imágenes a las que se refieren, retrataban a unos menores de edad consumiendo restos de comida encontrada en la basura. Las fotografías impactaron a la opinión pública, y cuestionaron la credibilidad de la gestión municipal respecto a las condiciones de trabajo brindadas al personal que se dedica a la eliminación y la diferenciación de los desechos en el relleno sanitario.

A más de medio año del último derrumbe que cobró la vida de 30 trabajadores, nada ha cambiado en las condiciones de trabajo para los 10 mil guajeros que a diario ocupan el basurero más grande del país. Salvo por un único detalle: la carta de omisión de responsabilidades que ahora la Municipalidad hace firmar a los trabajadores del relleno sanitario para eximirse de cualquier contienda penal a la hora de que un desastre natural vuelva a repetirse.