La nota del encuentro al saludarnos, es que nació Juan José, el segundo hijo de Juan Pablo, y hay un enorme motivo para celebrar. Encaminados en la conversación, hablamos de las caras conocidas en las vallas político-publicitarias. Gente del colegio o la universidad pelándonos los dientes, muy simpáticamente, para que vayamos a votar por ellos. Como sea, nos puede más el escepticismo hacia los partidos políticos e inevitablemente terminamos haciendo catarsis por estos patéticos tiempos electorales. Como en prisión preventiva (sí, estamos enjaulados) esperamos el 11 de septiembre a la lectura de nuestra sentencia final.
Nos preocupa nuestra propia nariz, claro. Pero también las cuestiones de fondo que no creemos que vayan a transformarse, ni muy pronto, ni más tarde. Hugo nos habla de la mujer que le atiende en el colegio donde lleva a sus hijos, quien se muestra extrañadísima de que sea él (el “hombre de la casa”) y no la madre, quien recoja diariamente a Joaquín y a Esteban. “Cuando ella me lo dice, yo solo pienso en que la mayoría de hombres que conozco, la mayoría de mis cuates, hacen lo mismo que yo…pero seguramente esta mujer no ve eso en su propio entorno”, nos dice Hugo. “Es como si viviéramos en dos países distintos” remata. Y es que la realidad en ningún sitio es necesariamente unidimensional, eso se sabe… pero acá las brechas, los contrastes, son bestiales. Terminamos -a propósito de nuestras realidades múltiples- hablando de los sucesos en el Valle del Polochic y comentamos acerca de todo lo que no se publicó en la prensa y nos venimos a enterar de primera mano por amigos que estaban en la región en aquél momento. Aceptamos que vivimos (y hemos vivido, desde los tiempos de la “U” en que somos amigos) en una realidad aparte.
Para muestra otro botón: hoy me encuentro con una nota que narra cómo en Tabasco, una comunidad mexicana recibió a 90 familias desalojadas en El Petén la semana pasada por “sospechas de colaborar con el narcotráfico”. Corre y va de nuevo esta historia sin fin, este mono-tema, solo para cerrar con broche de oro la gestión del actual gobierno: operativo combinado de militares y policías, desalojo violento, quema de las viviendas, la escuela y el centro de salud y abandono de estas familias a su suerte. El mismo abandono de la gente en el Valle del Polochic. Luego de 10 años de existir, desapareció la “Nueva Esperanza” (ojo con lo irónico del nombre de la comunidad desalojada). Sus integrantes fueron removidos de ese microscópico punto que ocupaban en el mapa. Justo en este -literalmente tormentoso- tiempo de lluvias torrenciales, les toca buscarse la esperanza en otro lugar, mientras en la ciudad, la vida como si nada…
Me voy en hora y media de la pizzería, porque tengo otro compromiso. Corriendo hacia el carro bajo la lluvia, y luego mientras conduzco, sigo pensando en las palabras de Hugo: “En Guatemala vivimos en dos (o más) países distintos”. Vivimos en realidades paralelas. Y somos verdaderamente conscientes de ello, en momentos tremendamente fugaces.
Entonces recuerdo a Don Juan, en “Una realidad aparte” narrada desde las experiencias de Carlos Castaneda, y en su insistencia en vivir (“cada acto cuenta”) para llegar a ver la naturaleza última de las cosas, para ser seres de conocimiento, para comprender esa enorme diferencia entre mirar y ver la realidad en la que estamos. Recuerdo las dificultades de Castaneda, acostumbrado a mirar la superficie del mundo, por aproximarse a ese conocimiento sabio, silencioso, que implica ver. Me pregunto entonces si esta vida nos alcanzará para ensancharnos lo suficiente, para desafiar esas descripciones que recibimos del mundo que nos acostumbraron a mirar, a normalizar. Me pregunto si podremos superar esa historia, esos discursos oficiales de esta Guatemala que, si se pudiera ver, tendría más complejas, variadas y amplias versiones que su pequeño tamaño. Me pregunto, es más, si entre la vorágine existencial de estar acá, día a día, a contrapelo de la vida, tendremos la lucidez y la constancia suficientes para ver actuando, más que mirar a la superficie y conformarnos con hablar de ella.
“Un hombre de conocimiento vive de actuar, no de pensar en actuar, ni de pensar qué pensará cuando termine de actuar.”
“Ver, como te dije antes, se aprende viendo.”
Don Juan. Una realidad aparte.
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