Pero no nos invita a todos. Resulta que para formar una familia, se requiere parejas heterosexuales casadas, cuyos beneficios son ilustrados en esta joya de infografía que respalda la marcha. El manejo tan descuidado de supuestas estadísticas lleva a conclusiones verdaderamente ridículas. Vea usted los tremendos beneficios que trae el matrimonio, en términos de riqueza y cómo su economía mejorará si tiene más hijos. Un hijo adicional incrementa la riqueza un poco menos que la educación, pero mucho más que una profesión. Y, por supuesto, por el bien de su bolsillo, trasládese a un área urbana. “Estas ventajas económicas tienen su base en las normas sociales del matrimonio, las cuales promueven un comportamiento sano y productivo y la acumulación de bienes”. Los datos los sacaron de un “estudio” que, entre otras cosas, concluye que, en promedio, el matrimonio constituye la característica más fuerte en la determinación de la riqueza familiar en Guatemala. Recomienda que el dinero empleado en esfuerzos de control de la población y programas de educación sexual, sea mejor utilizado en iniciativas educativas y de salud. Y, por supuesto, fomentar la legislación en favor de las familias a diferencia de otros estilos de vida, así como establecer como prioridad la promoción y protección de matrimonios estables y familias saludables para erradicar la pobreza (programas para parejas en crisis y que fomenten el matrimonio en lugar de las uniones u otros tipos de estructuras familiares).
Ésa no es mi “familia feliz”, ni la de otro montón de gente. Mis padres están casados, pero separados. Vivo sola, no tengo hijos, he estado “unida”. Mi abuela quedó viuda y sacó a sus hijos adelante, sola. Mi otra abuela tuvo un matrimonio largo, hasta que quedó viuda también, parece que ella sí podría ir a la marcha. Mi familia es de ésas que, aunque a final de cuentas no guardaron la estructura tradicional, sigue siendo muy unida y es enorme. Y, si algo nos ha sobrado, es amor. Ninguno de los que se casaron se hizo más rico por eso y con cada hijo se puso más difícil la economía, como lo sabe cualquier persona con dos dedos de frente. El amor ha sido tal que nuestra familia ha acogido a más personas sin que haya lazos de consanguinidad. Conozco muchas familias tradicionales, muchas como la mía y muchas de esas “estructuras familiares” que no van con el pensamiento de los organizadores de esta marcha. ¿Y qué si mi pareja y yo, sea hombre o mujer, decidimos vivir juntos, con o sin hijos? ¿Me van a decir que no puedo ser familia de esa forma y que además no contribuyo al crecimiento económico del país, porque sería mejor si me casara de la forma “tradicional”? Ninguna de mis elecciones de vida cambia ni cambiará el hecho de que amo a los míos y que a través de mi trabajo, de mi respeto y de mi quehacer responsable entregaré mi aporte a Guatemala. Nadie puede decirme lo contrario y mucho menos excluirme como persona productiva en mi propio país. Así que no me siento invitada, ni yo ni la gran mayoría de mis amigos y junto con nosotros, un gran porcentaje de la población guatemalteca.
Es irresponsable decir que tener hijos aumenta la riqueza cuando tenemos mujeres con los cuerpos consumidos por parir marimbas de niños. Es excluyente decir que la desintegración familiar es el factor determinante de la violencia y la injusticia, y que el matrimonio es el de la riqueza. La violencia está en todos lados, es parte de nuestra cultura, no necesariamente viene de nuestras familias unidas o desintegradas, y la única manera de ser ajenos a ella es viviendo en una burbuja que la gran mayoría de nosotros no podemos pagar. Gente violenta y gente inmoral hay hasta en las mejores familias. Gente generosa, gentil y trabajadora hay también en las familias más pobres y menos convencionales. Es sádico hablar de programas para parejas en crisis con el objetivo único de perpetuar los matrimonios porque sí, habiendo tantas víctimas de violencia intrafamiliar, mientras no nos alcanza la gentileza para acoger la unión de cualesquiera dos personas que se aman. Es inmoral preocuparnos por el envejecimiento de la población cuando producimos niños cual maquila, cuyo destino es la desnutrición, la explotación y la muerte temprana.
Entonces, me uno a las voces de Zaira Lainez, María Isabel Carrascosa, Fernando Jerez, Juan Pensamiento Velasco y todos los demás, para pronunciarme en contra de esta marcha.
* We’re a happy family, canción de la banda Ramones, del álbum Rocket to Russia (1977).
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