Como se anotó en el reportaje de Alejandro Pérez este lunes 22 en Plaza Pública, el jefe del ejecutivo solo retrocede en sus autoritarias decisiones cuando quien se lo pide –exige– es la cúpula empresarial o, más claramente, los que dirigen a esa cúpula.
De su reforma constitucional retiró los artículos que a estos no les gustaban; insiste en privatizar la formación de maestros porque eso piden los centros de producción ideológica del empresariado –mal llamados tanques de pensamiento; no hay ninguna voluntad en resolver el complicado problema de los cobros de alumbrado público de manera indiscriminada, cargando costos y ganancias empresariales a los usuarios del servicio doméstico sin afectar en nada las abultadas ganancias del que comercia con un bien público. Se impuso un presidente del Congreso porque eso les hace aún más simpáticos a ese sector empresarial y, como corolario, la propuesta de ley desarrollo rural, ya tibia aún despues de la marcha campesina, será a imagen y semejanza de los interes agroindustriales más conservadores.
Pero no contentos con esa subordinación con escenografía autoritara, los que gobiernan han dispuesto mentir públicamente para hacer aparecer a los opositores como intransigentes e irresponsables. La agenda legislativa solo funciona cuando al partido oficial y sus acólitos así se les ordena desde fuera del Congreso. El doble discurso se ha impuesto en el debate de leyes como la de enriquecimiento ilícito, reforma política o desarrollo rural. Los oficialistas de distintos colores –naranjas, morados, celestes, rojiazules y del tiro al blanco– hacen como que quieren, pero al final de cuentas no asisten o entrampan los procesos, haciendo creer que son los efectivamente opositores los que entrampan. Se han impedido las interpelaciones, y aún así las leyes importantes no avanzan. Pero, extrañamente, el Presupuesto se aprobó en tiempo record, como también los préstamos y todo aquello que es de real y total interés de los grupos que les financiaron las campañas, en varios casos las mismas chequeras.
Esta forma de gobernar con el engaño y la mentira tuvo su climax público el 4 de octubre, cuando por un lamentable error de información, un radionoticiero esparció la falsa noticia de que una persona había muerto porque el bloqueo carretero había impedido que llegara a un hospital. El exviceministro de Gobernación del gobierno anterior, y ahora secretario de Relaciones Públicas de la Presidencia, proporcionó un número de teléfono para que un supuesto hermano de la víctima ratificara la información. La investigación de Claudia Mendez Villaseñor (elPeriódico 16/10/2012) demuestra que la informaciónes es falsa, pues en ningún momento del Hospital de Santigo Atitlán se le intentó llevar al de Quetzaltenango, sino fue primero al de Sololá y luego al Roosevelt, donde falleció sin que en ningún momento su tratamiento fuese perjudicado por el bloqueo.
El juego sucio de la desinformación y la mentira está, pues, siendo utilizado como arma política de alto calibre, con la clara intención de que mientras se confunde y reducen apoyos a un movimiento social que, aunque fragmentado y sin vínculos organizacionales tímidamente levanta demandas valederas e importantes, el régimen económico y político imperante se consolide, manteniéndose y ampliándose así los beneficios de quienes gobiernan, sus aliados y adláteres y, obviamente, quienes desde fuera y desde hace mucho tiempo les escogen y gobiernan.
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