El alto costo político de las pérdidas humanas de las tropas de ocupación, llevó a Obama a decretar esa retirada hacia adelante, que en teoría se daba luego de la estabilización del país, que inclusive fue presentada en forma de éxito en algunos círculos políticos de los Estados Unidos.
Apenas pocos años más tarde, el caos impera nuevamente, mientras un ala demasiado radical inclusive para Al Quaida –de la cual ISIS se apartó señalando que esta organización se había alejado de las princ...
El alto costo político de las pérdidas humanas de las tropas de ocupación, llevó a Obama a decretar esa retirada hacia adelante, que en teoría se daba luego de la estabilización del país, que inclusive fue presentada en forma de éxito en algunos círculos políticos de los Estados Unidos.
Apenas pocos años más tarde, el caos impera nuevamente, mientras un ala demasiado radical inclusive para Al Quaida –de la cual ISIS se apartó señalando que esta organización se había alejado de las principios de la Guerra Santa– domina buena parte del norte de Irak y amenaza Bagdad, mientras los augurios de una nueva guerra civil hacen que lo impensable, una alianza entre los Estados Unidos e Irán, se vea factible en un intento de estabilizar una región que no acaba de digerir el conflicto sirio.
Si a esto se suman las diferencias sunnies y chiitas, trasladadas a la política exterior de Arabia Saudí – el mayor estado sunnie de la región– y la complejidad de los intereses turcos y rusos, la combinación de estos factores va acelerando la posibilidad que los bombardeos solicitados por el primer ministro iraquí seguramente no serán suficientes para detener a ISIS.
Sin embargo, las posibilidades reales de que ISIS tome Bagdad parecen escasas, especialmente si se produce una intervención de las unidades élite de la Guardia Republicana de Teherán, que podrían empujar a ISIS de vuelta al norte, dándole forma a una guerra civil prolongada, al estilo del conflicto sirio.
Los Estados Unidos no pondrán otra vez tropas sobre el terreno. Tampoco lo harán sus aliados. La diplomacia de los drones, tan desprestigiada en Pakistan, está a punto de ser replicada. Y en esta ocasión, la enorme indignación ciudadana de las democracias occidentales estará ausente, básicamente porque no está clara la existencia de una amenaza contra los intereses de las potencias occidentales.
La factura la pagará la población civil, sin duda alguna. Una vez más. Y muy pesar de Washington, Teheran, se va convirtiendo en un árbitro para la región.
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