Espejito, espejito...

No queriendo dejarlo simplemente a las impresiones, decidí ser un poco más sistemático, y me puse a buscar una variedad de combinaciones de palabras en Google. Aquí le cuento lo que encontré.

Al buscar CACIF critica recibí 139,000 resultados en el buscador. CACIF rechaza me dio 48,300 resultados. Por el contrario, CACIF apoya me dio 30,700 y CACIF construye otros 10,500 resultados. – Criticones los muchachos–, me dije.

Para ser ecuánime decidí hacer lo mismo con alguien que fuera el “opuesto natural” del CACIF. Digamos, la USAC. En este caso encontré para USAC critica: 210,000 resultados en Google. USAC rechaza dio 39,300 resultados. Va’ pues, se dan a tacos, y más. USAC apoya me mostró 117,000 resultados y USAC construye 43,000 resultados. Aquí me di cuenta del primer problema que tenía mi investigación. Claro que la USAC tiene más menciones, es una institución más grande que el CACIF.

Cuando me puse a revisar algunos de los resultados específicos me di cuenta del segundo problema en mi investigación sabatina. Una búsqueda que dice “CACIF” y “rechaza” no implica que el CACIF esté rechazando algo, sólo que las palabras aparecen en el mismo texto. Así que de vuelta al principio. Google permite buscar frases completas, simplemente poniéndolas entre comillas, de modo que repetí el ejercicio con esta variación. Esta vez los resultados fueron bastante más llamativos. “USAC rechaza” dio 6,980 resultados. Siguen siendo unos grandes rechazadores. “USAC critica” bajó a 19 resultados. “USAC apoya” quedó en 664 resultados y “USAC construye” no dio ni un solo resultado. Está para poner las barbas en remojo.

Finalmente, los números del CACIF. Para armar la tensión (redoble de tambores): “CACIF construye”, sin resultados, como la USAC. “CACIF apoya”, 151 resultados. Razonable frente a la USAC por tamaño. “CACIF critica”, 49 resultados. Más que la USAC, pero no demasiado. Por último, “CACIF rechaza”: 22,000 resultados. Veintidós mil menciones en que el CACIF rechaza algo. Tres veces más que “USAC rechaza”. Cuatro y cinco órdenes de magnitud más que las demás frases. Y al menos para las primeras apariciones, menciones y resonancias en medios de comunicación tradicionales de Guatemala: el Cacif rechaza las reformas a la Constitución, rechaza la Ley de Desarrollo, rechaza reformas del Ejecutivo. Rechaza un impuesto para la reconstrucción post-Agatha, rechaza la crítica del Banco Mundial ya mencionada. Rechaza la participación del Estado en los beneficios de la minería. Rechaza y critica el tercer año de gobierno. Rechaza impuestos directos. Rechaza la colocación de bonos del tesoro. Bueno, usted se forma la idea.

El lenguaje es el gran invento de la humanidad, que nos ha dejado evolucionar mucho más rápido de lo que admite la biología. La escritura fue más lejos, pues al dejar un rastro físico del habla nos permitió vernos con objetividad, más allá de la pasión y el prejuicio. Fue la base de la ciencia. Contar palabras escritas en la Internet obliga a reconocernos en nuestro rastro material, no en aquello que quisiéramos ser o en la impresión que intentamos proyectar.

Guatemala en los últimos meses se ha visto anegada en olas de acusación contra los “resentidos” que se atreven a criticar y rechazar. Ante los datos que le muestro, toca tal vez que los adalides del sector macro-empresarial (que no es igual a decir los actores económicos del país) y sus entusiastas seguidores en la clase media urbana tomen un poco de distancia, lean la escritura en la pared (aunque sea la pared de Google) y consideren: tal vez los que necesitan cambiar y construir son ellos mismos, antes aún que usted y yo.