El temor a la independencia de los distintos organismos del Estado, donde actuén y practiquen profesionales con amplio y demostrado dominio de la materia, poseedores de hojas de vida lo más intachable posible, nos está conduciendo a la destrucción de la poca institucional con la que a duras penas contamos.
Para nadie es más que sospechoso que un profesional que necesita dedicar el cien por ciento de su tiempo para dar trámite a sus procesos, ya como notario, como abogado, o como decano de una facultad universitaria dedique no sólo largos días a procesar expedientes de candidatos sino, sobre todo, gaste fuertes sumas de dinero para proponerse y ganar una elección para realizar esa tarea. Temerosos de que una efectiva carrera judicial deje de lado las negociaciones turbias, los distintos grupos corporativos tratan de colocar a los suyos en posiciones donde luego les hagan uno y mil favores sin importar la ley y el derecho.
Poco a poco, el cinismo de los distintos grupos de interés ha ido haciéndose cada vez más evidente, al grado que ahora hay una marcada oposición a considerar los méritos de los candidatos y, “para facilitarse” la tarea, han dispuesto que lo único que cuenta es el tiempo de vida profesional. Este “mérito de antigüedad” hace pensar que los honorables decanos en los próximos años impondrán en sus facultades de derecho que el mérito es “cuantos años se hayan pagado las cuotas” y no si en ese tiempo se aprobaron determinados cursos. Y en los juzgados se les dará la razón a los representantes de las partes que más días hayan aparecido en el juzgado para conocer el avance de su trámite y no por la calidad de sus argumentos.
Ironías aparte, lo cierto es que a cada proceso de postulación, los grupos se mueven para colocar a los suyos, sea por intereses ideológicos, de clase o meramente pecuniarios. Es necesario asumir que quienes manipulan un proceso verán repetidas sus mañas en los siguientes. De esa cuenta, como se recordará, en el proceso para la selección de candidatos al Ministerio Público se trató a toda costa de eliminar a la entonces Jefa del MP Claudia Paz y Paz, pues sus acciones no eran del gusto de los que controlan el país. Se exigió acuciosidad en la calificación de méritos, pero como ella obtuvo una alta puntuación, la mayoría de los miembros de la Comisión se pasaron por el arco del triunfo tal calificación.
Si era para elegir a los miembros del nuevo TSE, los mejor calificados quedaron revueltos con los de escasos y nulos méritos, ahora tenemos un tribunal que, como el anterior, nada o muy poco sabe de procesos políticos y democracia. Los partidos pusieron a sus peones, y allí tenemos al Patriota haciendo campaña anticipada hoy y mañana también, sin que nadie les diga nada.
Los poderes económicos y políticos se impusieron, ¿a qué costo? Al de tener ahora no farsas sino sainetes de comisión.
Nuevas y viejas oligarquías, grupos de nuevos y viejos ricos, financistas de la contrainsurgencia y de la limpieza social, todos, deben por un momento entender que mientras más prostituyan los procesos de selección más próximos estarán de sus propias debacles, pues quien hoy les obedece mañana les cobra y pasado se independiza para competir contra ellos, tal y como meridianamente se nota en los grupos de extorción popular.
Urge que las normas, reglas y méritos estén claramente definidos para que los estudiantes de derecho de hoy sepan qué camino tomar y qué méritos alcanzar si algún día quieren llegar a una magistratura. Sin carreras judicial y fiscal, la justicia no va a avanzar, así tengamos 20 o 30 facultades de derecho.
Es necesario tener presente que la justicia debe ser igual para todos, y no un simple negocio de poderosos y mercancía al alcance del mejor postor.
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