En mi caso, no tuve problema para salir con cara de empurrado pues, después de 45 minutos de espera moviéndonos de silla en silla como en los juegos infantiles, un tipo bien trajeado fue atendido inmediatamente sin hacer la cola, lo cual contó con la complicidad de los mismos funcionarios del RENAP y se hizo ante la resignación de las 50 personas que le precedíamos. Yo no me quedé callado, pero nadie me apoyó al cuestionar tal descaro. Estábamos a merced de los burócratas y sus arbitrariedades, y la prepotencia de un tipo que simplemente se defendió diciendo que no debía darnos explicación alguna.
No escribo esto, sin embargo, para documentar una queja más contra el RENAP. Se trata de lo simbólico de tal “medida técnica” para la fotografía en el DPI. En el documento oficial por medio del cual el Estado de Guatemala reconoce nuestra existencia como ciudadanos está prohibido sonreír.
Claro que las sonrisas pueden ser falsas, como las de los anuncios publicitarios o las campañas electorales, pero por lo general son un buen indicador de la felicidad de una persona. Las sonrisas también son importantes para el bienestar de quienes nos rodean porque cuando regalamos una sonrisa hacemos sonreír a los demás, esto gracias a las neuronas espejo, las que nos facilitan sentir empatía. Así que las sonrisas tienen un importante efecto terapéutico en una sociedad donde se vive con demasiado estrés, ansiedad, incertidumbre e inseguridad, por lo que tendemos a deprimirnos y ser pesimistas.
Algunos medios de comunicación han reportado que Guatemala se encuentra entre los 10 países más felices del planeta, según el Happy Planet Index (HPI). En dicho índice se toman en cuenta no solo la satisfacción personal con la calidad de vida sino también la expectativa de vida y la huella ecológica que cada sociedad deja en el planeta. Incluso al hacerse los ajustes por desigualdad, Guatemala puntea entre los 15 más felices de un total de 151 países. Esto se explica, conceptual y metodológicamente, porque logramos relativamente un alto nivel de satisfacción a un bajo costo ambiental. En este sentido, resulta que toda la región centroamericana, incluyéndose Belice y Panamá, es la más feliz del planeta. Entonces, ¿por qué somos una de las regiones más violentas del mundo, con las notables excepciones de Costa Rica y Nicaragua?
Cuando solamente se ven las respuestas sobre satisfacción personal con la calidad de vida, resulta que nuestra posición respecto al resto de sociedades depende del tipo de pregunta que se hace en las encuestas, pero en ningún caso nos encontramos entre las más felices. Ello se puede comprobar viendo el estudio elaborado recientemente por las Naciones Unidas. En el mismo se concluye que además del ingreso, la felicidad depende de otros factores, como la calidad del capital social con el que una persona cuenta, su percepción sobre la capacidad de tomar sus propias decisiones, su salud y estado civil. Incluso el nivel de corrupción en la sociedad juega un papel importante en la satisfacción que se tenga con la vida que se lleva.
Muchas veces la propaganda gubernamental y también la publicidad comercial nos prohíben pensar y hasta soñar, pero siempre habrá quienes nos ayuden a llevar la contraria. Es el papel que una sociedad sana atribuye a los librepensadores, a los poetas, a sus artistas e intelectuales que se rebelan ante las imposiciones, ya sean estas del mercado o del Estado, aquellas que nos roban la sonrisa. Por ello, deseo que en el 2013 Plaza Pública y su comunidad de colaboradores sigamos creciendo como punto de referencia para el debate que en diversos temas debemos continuar profundizando en el país.
Más de este autor