Y justo dos días antes, el presidente de Bolivia anuncia la expropiación de las acciones de Red Eléctrica Española (REE), una empresa transportadora de energía, propietaria de la Transportadora de Electricidad (TDE).
El presidente de Bolivia ha anunciado esta decisión durante el acto del Día del Trabajo en el Palacio de Gobierno de La Paz: "Hoy día nuevamente, como justo homenaje a los trabajadores y al pueblo boliviano que ha luchado por la recuperación de los recursos naturales y los servicios básicos, nacionalizamos la Transportadora de Electricidad", ha afirmado Morales según la agencia EFE, y también ha ordenado a las Fuerzas Armadas custodiar las instalaciones de esta firma, justificando la expropiación al considerar insuficiente la inversión de la empresa española de 81 millones de dólares en 16 años.
La eléctrica española compró el 99,94% de las acciones de la TDE en 2002, mientras que el 0,06% restante está en manos de los trabajadores de la firma boliviana. La TDE es propietaria y operadora del Sistema Interconectado Nacional boliviano de electricidad, que atiende al 85% del mercado interno y posee el 73% de las líneas de transmisiones de ese país.
Este caso parece ser distinto del argentino, y no debería dar indicios de que nos encontremos ante el principio de una moda expropiadora que hiciera retroceder la simpáticamente llamada “reconquista” que las empresas españolas iniciaron en Latinoamérica a partir de la ola privatizadora de finales del siglo pasado, particularmente en los sectores de energía y comunicaciones.
No estamos por discutir decisiones soberanas que los poderes ejecutivos y legislativos de los países toman anunciando la defensa de sus intereses legítimos, pero sí llama a curiosidad el hecho de que, si se trata de procurar el bien común habría que plantear una solución que beneficie a las mayorías y encuentre satisfactores reales a las carencias de los pueblos.
En www.visionfederal.com, se encuentra con fecha 30 de abril y firmado por Rodolfo Pousá, un artículo cuyo título es: “La expropiación de YPF, reflotó el sabio Cambalache de José Santos Discepolo”, atraído por la referencia al tango que inspira el título de esta columna, lo he leído y creo oportuno compartir el siguiente texto, a fin de que lo piensen bien los eternos copiones o apropiadores de propuestas: “…. conspicuos dirigentes, oficialistas y opositores, son capaces de girar 180 grados en sus principios, sin inmutarse, y tratar de explicar lo inexplicable sin que se les mueva un músculo del rostro, o asumir las responsabilidades que les corresponden. Como dice el tango Cambalache de Santos Discepolo, `dale va que todo es igual´.
Mientras tanto, poco se sabe sobre cuál es el programa energético para resolver la enorme crisis que enfrenta el país, que se devorará en el presente año unos 14,000 millones de dólares, nadie explica cuál es el costo que tendrá la expropiación, que terminará en un tribunal internacional, nadie dice de dónde saldrán los fondos para invertir en la exploración y explotación que logre restablecer el autoabastecimiento, nadie dice cuál será el costo del combustible que deberá abonarse en los surtidores.
Solo se habla de principios ideológicos, nadie pide sanciones para los responsables de una equivocada política energética que fue un rotundo fracaso, y como si fuera poco, los mismos funcionarios, que fracasaron, son los que ahora prometen resolver el problema que crearon, eso sí, desde una empresa privada manejada por el Estado, sin ningún tipo de control oficial, que solo representa el 30% de la producción de los recursos necesarios.”
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