O para ponerlo en otras palabras, la economía capitalista estaría condenada a su destrucción debido a sus contradicciones internas.
En la crítica marxista se establecían varios niveles de contradicción o desarrollo dialéctico del capitalismo. Sin embargo, entre esos varios niveles, Marx privilegió la idea de que los modos de producción entraban en crisis cuando el desarrollo de las fuerzas productivas entraba en contradicción con las relaciones sociales de producción. Mientras que la búsqueda insaciable por la plusvalía llevaría al capitalismo al desarrollo de las fuerzas productivas con grandes inversiones en tecnología que sustituirían el trabajo humano por trabajo mecánico, el sistema de relaciones de producción en el cual se fundamenta el capitalismo (el trabajo asalariado) demandaría cada vez mayor estabilidad laboral y la necesidad de proteger a los trabajadores frente a la cesantía. Esto último se convierte en un obstáculo claro para el desarrollo de tecnologías que buscan disminuir la dependencia de la producción con respecto al trabajo asalariado.
Puesto en un marco ligeramente diferente, podríamos decir que el trabajo asalariado conlleva el desarrollo de marcos normativos e institucionales cuyo objetivo es proteger la estabilidad laboral, mientras que la búsqueda de plusvalía, a través de tecnologías que disminuyen la dependencia del trabajo humano, implica subvertir ese orden normativo e institucional en función de uno más flexible que permita a las empresas depender menos de los trabajadores.
La agudeza del planteamiento marxista ha sido varias veces sobreestimada y subestimada desde su enunciación a fines de la segunda mitad del siglo XIX. Ha sido sobreestimada por ejemplo cuando se pensó que la crisis de 1930 era una crisis sistémica que implicaba la muerte del capitalismo, ya que demostraba que dicho modo de producción conducía indefectiblemente al paro masivo de trabajadores. En eso aparecieron Keynes en lo teórico y Roosevelt en lo político, y luego de la Segunda Guerra Mundial se vivió una de las épocas de crecimiento económico más extraordinarias de la historia humana hasta nuestros días. Es decir, “los muertos de los que habláis, gozan de buena salud”…
Pero la crítica marxista también ha sido subestimada, como cuando se analiza el hecho de que en Europa efectivamente el procurar proteger a los trabajadores, ha implicado la aceptación de un nivel de paro laboral más alto que el que tienen economías como la norteamericana o la japonesa. Esto parece servir de evidencia a la hipótesis de que el desarrollo tecnológico (fuerzas productivas) conduce indefectiblemente a la generación de niveles de desempleo estructurales que solo pueden ser manejados desde marcos normativos e institucionales con altos costos para la reproducción del sistema económico (el llamado Estado providencia o Estado de bienestar).
Quizás un balance más justo de la crítica marxista implicaría reconocer algunos supuestos no explícitos en debates sobre el desarrollo capitalista. El primero, quizá el más importante, es que no estaremos totalmente seguros de qué tan lejos puede llegar el capitalismo hasta que este no se imponga como un sistema mundial en sentido estricto. En mi opinión, y contrario a la idea de la teoría de la dependencia de que el capitalismo siempre necesita una periferia que le permita su reproducción en escala mundial, me parece que el avance actual de las economías emergentes (China, India, Brasil, Rusia) plantea la idea de que el capitalismo está todavía en evolución como sistema global. Si a lo largo de la primera mitad del siglo XXI, las economías emergentes alcanzan un nivel de desarrollo productivo igual al de las economías actualmente integradas en la OECD, por primera vez en la historia humana casi el 80% de la población mundial vivirá en el marco de un sistema económico capitalista “como Dios manda”.
¿Cómo funcionará un sistema capitalista que integra al 80% de la humanidad? ¿Sucumbirá a sus contradicciones como ha anunciado el marxismo desde finales del siglo XIX? ¿O se reinventará y resurgirá como gusano que sale del capullo, convertido en mariposa?
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