Al momento de escribir esta columna, parece que el número de fallecidos ya supera los cinco. Este tipo de enfrentamientos es visto como cosa de salvajes por buena parte de la población, que así transmite en su afirmación toda una carga potente de racismo y, sobre todo, de ignorancia sobre los procesos históricos, culturales y políticos de las comunidades mayas e indígenas en general. Para muchas personas, los mayas siguen siendo el otro gran desconocido con el que sin embargo se relacionan a diario.
Ixtahuacán y Nahualá tienen una historia compartida de siglos: surgen de un mismo amaq’ —el nivel intermedio de organización k’iche’, compuesto de varios calpul o familias ampliadas que controlaban un territorio específico—, y en su territorio se creó el winaq, Estado, confederación o reino» k’iche’ de Q’umarkaj, como se le ha conocido en la literatura especializada. En Raxon fue la fundación, y Akkeren (comunicación personal, 2014) lo coloca en el centro del pueblo moderno de Nahualá. Carmack (1981), por su parte, lo coloca al norte de Santa Cruz del Quiché, cerca de San Andrés Sajcabajá. Ixtahuacán y Nahualá han tenido una importante historia dentro de las comunidades k’iche’ en general por su tamaño geográfico y demográfico, por su especialización en el comercio, por la manufactura de la tela de Nahualá (los cortes femeninos azul profundo o negro), por los koxtar o rodilleras que se usan en varias comunidades y por las piedras de moler, entre otros.
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Según la tradición oral, Nahualá se fue separando progresivamente de Ixtahuacán hasta que a mediados del siglo XIX logró constituirse en un pueblo-municipio autónomo. Lo logró a través de su figura fundadora, Manuel Tzoc, cuyo powi’ o sombrero —entre otros artefactos— es venerado hasta la fecha. Weisshaar y Hostnig (1995) compilaron varios de estos relatos de fundación, y mi experiencia de campo y mi aprendizaje de k’iche’ en Nahualá (2014) incluyeron también el relato de unas batallas militares entre Ixtahuacán y Nahualá que permitieron a estos últimos cimentar su autonomía. Sin embargo, la documentación colonial muestra la existencia de un poblado de Nahualá (San Juan Bautista), aunque posiblemente subordinado a Ixtahuacán. A pesar de que el relato local menciona a Rafael Carrera, según Gall (1981), la independencia se gestó en el último cuarto del siglo XIX, durante el gobierno de Justo Rufino Barrios.
Durante mi investigación sobre los k’iche occidentales, de próxima publicación, noté que la relación entre Ixtahuacán y Nahualá es más cercana que la existente entre otros municipios. Otros casos similares —como Momostenango y San Bartolo Aguascalientes, por ejemplo— no tenían ese nivel de complejidad que hay en la relación de los dos primeros, quizá por el hecho de que Ixtahuacán y Nahualá son dos pueblos grandes, económicamente vigorosos y densamente poblados, distinto de Aguascalientes, que es una aldea segregada de Momostenango en un largo litigio (Carmack, 1995). Por las profundas relaciones compartidas que hay entre los dos, además del grado de complejidad, considero que Ixtahuacán y Nahualá forman en sí mismos un amaq’ complejo, es decir, un amaq’ con un grado de complejidad mayor que el de uno común, pero que no puede ser considerado todavía como dos autónomos.
Quizá en el futuro tanto Ixtahuacán como Nahualá lleguen a ser dos amaq’ diferentes, pero, para que ello suceda, pasará mucho tiempo y seguramente no lo veremos. También puede suceder lo contrario: que se unifiquen de nuevo. Esto podrá parecer inconcebible dada la tensión de los últimos tiempos, y la histórica también, pero no es un fenómeno extraño: muchos municipios mayas (e. g.: Sacapulas-San Bartolomé Jocotenango y Santiago Sacatepéquez-Santa María Cauqué, entre otros) han sido un ir y venir entre aldeas y municipios separados, dependiendo del momento y del estado particular de la comunidad. Sin embargo, en esos casos la complejidad de las comunidades involucradas no es equivalente. En Ixtahuacán y Nahualá sucede lo contrario, y su fuerte organización social maya también es un elemento a tomar en cuenta por su vigencia, que posiblemente ayude a resolver los actuales conflictos y sirva de ejemplo para otras comunidades. Ojalá sea así.
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