Myrna Mack, una antropóloga e investigadora social, mujer de izquierda y madre, dedicó su vida a la comprensión de los graves problemas sociales en Guatemala. En particular, a la situación en la que se encontraban, en los años 90, las comunidades de desplazados internos por la estrategia contrainsurgente del Estado.
Algunas de estas colectividades se agruparon en las denominadas Comunidades de Población en Resistencia (CPR) y buscaron por esta vía, obtener reconocimiento social y dar a conocer su situación. En los meses iniciales de 1990, delegaciones de periodistas y entidades humanitarias, recorrieron el azaroso camino que conducía a los puntos de concentración temporal de los grupos forzados a ser nómadas.
La prensa reportó y mostró a la sociedad nacional e internacional, las imágenes del impacto del terror estatal contra población civil desarmada en la zona reina en Ixcán y en la sierra de Quiché. Una gráfica de Rony Iván Véliz mostraba parte del cráneo de una niña destruido por la acción de un parásito, en virtud de la imposibilidad de acceder a un centro asistencial.
Desde el campo de las ciencias sociales, Myrna Mack aportó el conocimiento y la interpretación científica de esta situación y contribuyó con la denuncia de estos hechos, derivados de la acción operativa de la estrategia contrainsurgente. Mostró la persecución sin piedad que el Ejército ejecutó contra los comunitarios, forzándoles a correr día y noche entre la selva, sin alimento, abandonando sus “trabajaderos” -pequeños sembradíos en la montaña-.
Poco a poco, se evidenció cómo, tanto los “trabajaderos” como las improvisadas viviendas fueron destrozados invariablemente por la tropa, con el propósito de impedir el asentamiento y la sobrevivencia de las comunidades. El ente militar identificó a las poblaciones como parte de una estrategia guerrillera, a sus habitantes y a quienes les apoyaban o quienes recogían su testimonio como parte de la insurgencia y a todos ellos, enemigos internos.
De allí la brutalidad en la persecución tenaz contra las CPR y a la manera cruel y despiadada en la que Myrna fue arrebatada de sus familias, la biológica y la social.
Dos décadas después de su ejecución extrajudicial uno de los autores materiales, Manuel de Jesús Beteta cumple sentencia por el hecho. En tanto, uno de los autores intelectuales sentenciado, Juan Valencia Osorio, está prófugo gracias al apoyo de sus compañeros de armas. Las CPR del Ixcán se asentaron en la comunidad Primavera del Ixcán, las de la Sierra intentan llevar a cabo proyectos de desarrollo comunitario y en medio de la exclusión económica siguen siendo comunidades modelo por su manejo solidario y ejercicio ejemplar de la democracia.
Los análisis e investigaciones de Myrna son documentos obligados de estudio para quien quiere conocer la realidad nacional e interpretar sus fenómenos y manifestaciones. El problema de raíz en la situación del desplazamiento por diferentes causas, sigue vigente y tiene en estos momentos una expresión viva en las poblaciones de la rivera del Polochic, víctimas también de la acción brutal del Estado. O las comunidades de las zonas de reserva en el sur de Petén, igualmente perseguidas y estigmatizadas unas como “invasoras de propiedad privada” y otras como “aliadas del narco”, cuando en esencia son comunidades desplazadas por el sistema excluyente y cuasi terrorista que las condena a la muerte lenta por el abandono o las ejecuta con la persecución armada en defensa de intereses particulares.
Aunque el Estado en boca de Oscar Berger -presidente de la República, reconoció de palabra su responsabilidad en la ejecución de la antropóloga, nada ha hecho para resolver el problema de fondo que denunció Myrna y que llevó a ese mismo Estado a planear y ejecutar su asesinato. En esas circunstancias, las alas de la mariposa, que se desplegaron cuando las cortes confirmaron la sentencia contra sus asesinos, seguirán inmóviles y no podrán emprender el vuelo mientras haya comunidades desplazadas viviendo víctimas de la persecución criminal del Estado. El mismo que sigue al servicio de los intereses privados que alimentan su capital de la miseria y la sangre de las y los desplazados internos.
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