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“Los responsables de los daños a mi familia están relajados”

Foto tomada del Facbook del autor. Origianl de Luis Soto
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“Los responsables de los daños a mi familia están relajados”

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El próximo 28 de septiembre se proyectará en Guatemala una película que denuncia un crimen cometido por la guerrilla hace 37 años. Bajo el título, Septiembre: un llanto en silencio, el cineasta guatemalteco Kenneth Müller, rememora los acontecimientos del 5 de septiembre de 1980, cuando insurgentes hicieron estallar bombas en calles y edificios del centro de la ciudad, para cohibir una manifestación en favor del entonces presidente Romeo Lucas. Uno de los responsables de la antigua guerrilla reconoce el hecho y asegura que se trató de “un desafortunado error”.

Fausto era un bebé de tres meses cuando su vida cambió drásticamente. Iba en los brazos de su madre, estaban dentro de un bus de la empresa Galgos, recién habían regresado a la ciudad cuando una bomba estalló muy cerca de ellos. El estruendo le provocó sordera definitiva y marcó para siempre la historia de su familia. Fausto es el hermano mayor de Kenneth Müller, un cineasta guatemalteco que decidió trasladar la historia  a la gran pantalla y contar así también, una parte de la historia nacional.

Ganador en 2015 del premio que la empresa Netflix le otorga a la mejor producción independiente realizada en México, por el filme 12 segundos, este director guatemalteco se especializó en la Digital Design University, en Guadalajara. Dirigió varios cortometrajes y trabajó en publicidad para marcas transnacionales.

En Septiembre: un llanto en silencio, hizo una introspectiva a su niñez, a su entorno y a su perspectiva del país, para denunciar un crimen que quedó impune y que se le atribuye al Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), una de las cuatro organizaciones que integraron la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG)

En esta entrevista, que ofreció pocas horas antes de viajar a México y Estados Unidos para promover la cinta, expone su concepción sobre la realidad nacional, los efectos de la guerra y la frustración que le provoca que la guerrilla no sea perseguida por sus delitos, “como sí ocurre con los militares", dice.

Varias producciones han expuesto los múltiples vejámenes que cometió el Ejército durante el conflicto armado. En esta película usted cuenta un hecho que se atribuye al otro bando, a la guerrilla. ¿Cree que para sanar las heridas también sea necesario contar estas otras historias?

Normalmente las corrientes tanto mediáticas como de artistas siempre tienden a ser muy de izquierda. Pero a mí me cuesta ser así porque yo viví una historia muy diferente a la que muchos narran. Mi hermano se quedó sordo luego de un ataque súper cobarde de la guerrilla. Un ataque terrorista que ocurrió un 5 de septiembre de 1980. Y creo que es importante mencionarlo por el hecho de que hoy estamos tirando un diálogo hacia allá (hace señas con su mano izquierda) y me preocupa ver tantas banderas rojas en un 2017, cuando eso nos hizo tanto daño. Lo que pasa es que la gente olvida.

¿Qué es lo que se olvida?

Muchas veces ponen que el Ejército estaba peleando contra el pueblo y no. Estaba peleando contra la guerrilla, que de cierta forma quería desestabilizar la Constitución y en medio estaba el pueblo.

¿Qué sabe de ese 5 de septiembre? ¿Quién cometió el ataque y por qué razones?

Lo que hoy conocemos es que la URNG (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca) prácticamente hizo un ataque terrorista en la zona 1 de la capital. Fueron varias bombas. En Prensa Libre titularon “Terror” en su portada. Mi mamá venía de fuera de la ciudad, llegó a la estación (de transportes Galgos) y la bomba explotó afuera del bus. Miguel Ángel Sandoval (excandidato presidencial de URNG) ha dicho que eso fue diferente porque el Ejército hizo más, pero no, al final fue un ataque a la humanidad. Incluso, yo creo que esto fue mucho más fuerte que lo del Hospital Roosevelt (se refiere al ataque armado ocurrido el 16 de agosto, en donde fallecieron siete personas cuando un grupo pandillero ingresó al centro hospitalario).

¿Qué facción guerrillera ejecutó el ataque?

El EGP. Ellos estaban buscando desestabilizar una manifestación. Fue un ataque cobarde, no fue contra el Ejército sino contra la población. Al iniciar a investigar, también me topo con que, a veces, metían bombas adentro de las cajas de los niños lustradores y eso me afectó muchísimo y por eso quise ponerlo en la película. Después me encuentro con fotografías de archivo donde la guerrilla ponía a niños con fusiles. Yo me pregunto ¿qué es peor, el cuate que manda niños con fusiles al frente de la guerra o el que les dispara? O sea, es muy complicado. Son temas muy fuertes. Yo cada vez que hablo de esto siempre me editan la entrevista. No sé qué tanto va a salir de lo que estoy diciendo, me encantaría que se dijera lo que es. Yo no estoy contando la historia de mi vecino, fue la historia que yo viví en mi casa. Mi madre y mi padre sacaron adelante a mi hermano, hoy tiene dos hermosas hijas y está saliendo adelante. Pero se quedó sordo para siempre. Yo no creo que lo que hayan hecho estos cuates sea justificable.

¿Espera justicia por lo que les pasó como familia?

Yo no espero absolutamente nada. Si quieres paz tienes que buscar la paz, no seguir generando resentimientos, odio, egoísmo, viendo el derecho de tu nariz sin importar el de los demás.

¿Le gustaría que los responsables fueran procesados?

Totalmente. De hecho la película es una denuncia.

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Aunque en aquellos años de guerra las explosiones eran una práctica común de los grupos insurgentes, Gustavo Meoño, quien militó durante 25 años en la insurgencia y que llegó a ser subjefe del EGP, solo reconoce como propio del grupo que dirigía, uno de los eventos explosivos de aquel 5 de septiembre, el que estalló en la Plaza Central de la ciudad. “La información que yo conocí es que por alguna razón un mecanismo de relojería que habían utilizado no funcionó a la hora en que lo habían previsto o programado y se activó unas horas después, ya cuando ahí había un tránsito mayor de personas. Por eso considero que fue un grave error, un hecho muy desafortunado porque produjo víctimas civiles que no debían haberse producido jamás” señaló Meoño, actualmente director del Archivo Histórico de la Policía Nacional. Del atentado en la sede de los transportes Galgos, en donde quedaron heridos los familiares de Müller, dijo que no tenía información precisa. “Ya ve usted que mi actitud no es la de fingir desconocimiento ni mucho menos, pero ahí no tengo (detalles), tal vez viendo información más precisa yo podría tener una opinión”. Lo que sí recuerda es que los responsables del “desafortunado error” no fueron amonestados, porque “no actuaron en contra de población civil con deliberación”. En aquella ocasión fallecieron siete personas y decenas más quedaron heridas, algunos con daños permanentes como lo denuncia Müller en el filme.

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Vuelvo a la pregunta inicial, ¿cree que su película ayude a sanar heridas o a generar más confrontación?

El problema es que no hay discusión. Los medios tiran y tiran y es muy raro que exista discusión. Nunca ponen a los dos bandos. Creo que esta película abrirá la discusión porque no estamos acostumbrados a dialogar ni a debatir.

¿Cuál es el centro de su película, los hechos históricos o la vida de su hermano?

Prácticamente la película comienza con un bombazo. Pero yo no me baso solo en eso, presento hechos que sucedieron en el transcurso de 1980, 1988 y 1996, incluso hablo de cómo manipulaban a la prensa, igual que está sucediendo ahora.

¿Una recopilación de varios hechos?

Sí, son varias recopilaciones y de cómo el personaje vive a través de ese tiempo. Y en 1996, bien curioso, porque después de que se firma la paz sale cuando la URNG crea su partido político. Porque mientras el Ejército terminó la guerra y (sus integrantes) se fueron a su casa a descansar, porque fue una guerra bastante fuerte, la guerrilla se dedicó a entrar al poder. Para mí es complicado abordar todo esto, es como desnudarme y exponer mucho, porque al final yo venía de hacer una película que fue 12 segundos, un thriller de suspenso totalmente alejado de esta onda, pero estamos viviendo un momento importante y creo que quedarse callado es tonto. Como guatemalteco no creo que callar sea lo más responsable y por eso le he pedido a los medios responsabilidad con la película, porque la atacan sin conocerla, o ha habido medios que no publican la entrevista, entonces como te digo no sé hacia dónde van ustedes pero yo quiero que se diga la verdad y esta película es sobre eso.

¿Qué ataques ha recibido la película?

Hay quienes creen que me voy por un lado totalmente de derecha, creen que es un ataque frontal a la izquierda.

¿Y no es así?

Yo soy una persona de centro completamente. Soy un cineasta, un artista que ve las cosas desde su punto de vista personal, que me duele cómo manipulan a nuestro país. Me enerva que no podamos controlar las cosas que nos pasan. A veces me siento a hablar con personas que repiten exactamente lo que los medios dicen y no es así. Eso me preocupa y especialmente me preocupan las nuevas generaciones.

Muchas de esas nuevas generaciones quizá no estén de acuerdo con su versión o no reconozcan que la película se basa en hechos reales de Guatemala…

Creo que cuento una perspectiva importante, no digo que sea la perspectiva total, pero creo que es importante que los chapines nos demos esa oportunidad de empezar a observar las cosas que no nos gustan. Yo traté de hacer todo lo más real y verídico posible, incluso traje gente de efectos especiales de afuera para lograr un buen trabajo.

¿Acepta que sí hubo una población que sufrió los vejámenes cometidos por el Ejército?

La población sufrió, pero el problema es que siempre se pone que el Ejército estaba contra el pueblo, ¿en dónde quedó la guerrilla en la ecuación, dónde se habla de eso, quién escribe sobre eso? No quisiera que esta fuera una entrevista política, este es mi punto de vista, es lo que me tocó vivir. Lo que van a ver en la película es el sufrimiento de mi madre tratando de comunicarse con mi hermano, cómo, para él, era estar en ambientes sociales en donde no sabía cómo comportarse, en donde no sabía si estaban hablando de él o no, ni qué estaban diciendo. Todavía hoy mis sobrinas reciben burlas porque su papá habla raro, esto les repercute a ellas para toda su vida.

¿Cómo fue la filmación? ¿Qué locaciones utilizaron?

En zona 1, zona 5 y una parte en Guadalajara. Tuve un equipo de 50 personas. Fui escogiéndolos poco a poco, y como ya venía trabajando en otra película, entonces tenía para elegir. Muy diferente fue en la primera película que hice, en donde había tantos artistas extraños que yo no conocía. Y como siempre se genera una riña extraña en los rodajes, en esta ocasión yo no quería tener riñas de nada. Quería estar tranquilo, pasándomela bien, disfrutando el rodaje y trabajé con un equipo hermoso hasta sacar una de las películas visualmente más atractivas que se han hecho en el país. Creo que puede competir bien y esperemos represente bien a Guatemala en concursos internacionales. Además creo que es una historia muy universal, a pesar de que está diseñada para los guatemaltecos.

Además de dirigir, también escribió el guion. ¿Cómo fue esa experiencia?

Recuerdo que le envié las primeras páginas del script a un amigo argentino para que él pudiera continuar, pero después de empezar a leer me dijo que yo terminara porque yo tenía el espíritu de la historia. Además me basé en varios libros y material fotográfico que yo tenía de la época, que eran muy fuertes. Lógicamente también hubo gente importante del Ejército que me dio bastante información, más lo que mi mamá vivió. Mi mamá estaba ahí, lo vivió personalmente. Dice que cargó a mi hermano y él estaba completamente bañado en sangre y yo no creo que eso sea justo. No sé dónde están esas personas (los responsables del atentado), están súper relajadas en su vida, nadie está detrás de ellos. Me entristece ese tipo de cosas, porque la justicia no ha actuado.

¿Creció con resentimiento por lo que les sucedió?

Yo no tengo resentimiento, lo que tengo es terror y tristeza por cómo las cosas son vistas. Me preocupa mucho nuestro futuro como país, porque abordamos tantos temas con ignorancia y, más que resentimiento, es como impotencia de ver cómo se puede ayudar a que este país salga adelante. Yo que hago publicidad, noto cómo comienza a colapsar la economía. Y mucha gente alega, pero no propone soluciones.

¿Ustedes vivieron todo el tiempo en Guatemala o se tuvieron que ir?

Nosotros vivimos todo el tiempo aquí. Mi hermano sí tuvo la oportunidad de irse a Estados Unidos a estudiar y lógicamente allá se desarrolló muchísimo. Aquí no hubiera podido. De hecho yo cuento en la película de la vez que él no podía pasar el año porque no aprobaba la clase de música. Son las cosas chistosas que pasan aquí. Yo me fui a estudiar fuera a los 19 años.

¿A qué se dedica su familia?

Mi mamá, ama de casa y mi papá fue soldado. Ahora son empresarios.

¿Y Fausto?

Trabaja con mi papá, en computadoras y es fotógrafo, eso es lo que le ha permitido ganarse la vida. Lógicamente es difícil conseguir un trabajo así (con sordera) y mucho más en un país que es tan poco tolerante. Él tiene ahora 37 años y dos hijas, viven aquí y creo que una de ellas, que de hecho participa en el rodaje y encarna de alguna forma el personaje de él, va a agarrar el gusto por la actuación.

Creo que la siguiente película va a ser de horror o algo así, porque esto es cansado y desgastante. No tengo idea de cómo vamos a ser juzgados como familia por esta película, pero la hago porque creo que es un momento importante para el país. Estamos en una coyuntura bien interesante, si esta película la hubiera hecho hace tres años tal vez no llamaría tanto la atención.

¿Cree que este largometraje también pueda llegar a Netflix, como pasó con 12 segundos?

Primero Dios. Con 12 segundos fue la primera vez que una película guatemalteca se distribuyó en el mundo. Vamos a viajar a distintos países y ya estamos en negociaciones para plataformas internacionales de distribución. 

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