En la primera parte de esta entrega comenté que los nuevos datos sobre la población prehispánica del Petén durante el período clásico tardío son mayores que lo que se pensaba, lo que implica que el
Se dicen cristianos, pero ignoran que la Biblia es la historia de un pueblo migrante y de un dios migrante que fue el autor de un acto subversivo: cuando dejaban el desierto para llegar a la tierra prometida, se encontraron con un muro y ese muro fue derribado no por la fuerza política de ese pueblo pequeño y débil, sino por Dios. Cayeron los muros de Jericó. Dios solo encargó que tocaran las trompetas.
El pasado abril recorrimos cinco municipios del altiplano occidental guatemalteco que en 2017 presentaron una alta tasa de deportaciones desde Estados Unidos. En estos municipios nos reunimos con familiares de migrantes, con personas con intención de migrar y con personas retornadas con la finalidad de comprender cuál es el perfil de la persona migrante y qué está motivando la migración internacional.
El pasado 23 de mayo, en la ciudad de Río Bravo, estado de Texas, un agente de la patrulla fronteriza acertó un tiro mortal en la cabeza de Claudia Patricia Gómez González. Milésimas de segundo fueron suficientes para desvanecer la ilusión de encontrarse con su novio, de trabajar y de salir adelante para ayudar a su familia, residente en San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango.
En un texto anterior expuse cómo se crea y reproduce el imaginario de la vida migrante a partir de la transmisión de información, de expectativas y de la adquisición de prestigio comunitario.
De este modo, se comprometió el espacio territorial mexicano al grado de convertirlo en la frontera extendida de Estados Unidos y en campo de batalla de una aparente guerra contra el narcotráfico junto con la permanente disputa entre los carteles de la droga, con serias consecuencias para los derechos humanos de los mismos mexicanos, y no digamos para los miles de centroamericanos que atraviesan este país en el afán de llegar a Estados Unidos, quienes se ven afectados por toda clase de vejáme
Los y las migrantes de Centroamérica en México deben enfrentar no solo a criminales locales dedicados a secuestro, robo, violación o trata de personas, sino también a actores delictivos provenientes de sus propios países que los acechan.
Es 26 de marzo y el puesto de control migratorio en Huehuetán se encuentra vacío. Muchas personas sienten alivio al ver que los agentes abandonan el sitio. Al mismo tiempo se alegran por esta pequeña victoria y aseguran que la caravana «ya ha derribado fronteras». La caravana Migrantes en la Lucha, constituida hace algunos años por la organización Pueblo sin Fronteras, inició su recorrido en el parque central de Tapachula el 25 de marzo con más de 1,000 centroamericanos.
Durante más de un año, esta institución, responsable de acompañar a los migrantes en el extranjero, estuvo acéfala, paralizada, y durante meses sus trabajadores estuvieron sin recibir su salario.
Somos un país que expulsa personas, que parece olvidarse de ello según convenga a los intereses del Estado, pero que depende en gran medida de las remesas (solo el año pasado recibimos 8,000 millones de dólares estadounidenses) como un alivio a la pobreza de los hogares, como un estabilizador macroeconómico y como oportunidad de negocio para los sectores tradicionales que se resume en la frase implícita: «Gracias a los migrantes, hoy soy millonario».
Su principal promesa de campaña, que fue terminar con la inmigración indocumentada, parece no alcanzar su objetivo al ser contradictoria, ya que quienes tenían un estatus documentado (TPS y DACA) se verán obligados a permanecer de manera indocumentada y a desplazarse internamente para no ser localizados. O bien algunos de ellos, como ya está sucediendo, empezarán a planear su retorno y a prepararse para eventuales deportaciones.
El 18 de diciembre de 2017, el Gobierno estadounidense emitió su Estrategia de Seguridad Nacional, la cual, en el prefacio que firma el presidente, indica: «Fronteras porosas y leyes inmigratorias sin cumplir han generado una serie de vulnerabilidades que han permitido a carteles criminales introducir drogas y peligro en nuestras comunidades».