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Los vuelos comerciales del ejército

“Se vio la necesidad del ejército guatemalteco dé más (aviones) C-47 para estimular el desarrollo económico del país y asistir a empresas que tienen contratos válidos como Rubelsanto, Exmíbal, Texaco y otros", firmó el brigadier Lucas García.
Luis Solano: “entre 1974 y 1975, durante el gobierno de Laugerud García, y en el contexto del llamado Contrato Paz Maya, fue evidente que el ejército veía la región de la Franja Transversal del Norte como una fuente de riqueza por otras vías, como el uso de la aviación militar en términos comerciales”.
C-47 fotografía de 2incolour.blogspot.com
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Los vuelos comerciales del ejército

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Era 1975. El momento internacional más tenso de Guatemala en el siglo XX. Tropas, armas y naves se trasladaban a la frontera para amagar con la recuperación de Belice, y Gran Bretaña respondía con lo propio. Guatemala reclamaba al Pentágono apoyo y en medio de todo, una petición del ministro de la Defensa, Romeo Lucas: aviones desde Washington para que el ejército pudiera alquilarlos a las petroleras y niqueleras estadounidenses en Quiché, Alta Verapaz e Izabal.

Plaza Pública es parte del grupo de 17 medios de todo el mundo que participan de la investigación sobre “Los cables de Kissinger”. WikiLeaks ha obtenido más de 1.7 millones de documentos de la diplomacia estadounidense entre 1973 y 1976 –no desclasificados o desclasificados– que aportan luces sobre el pasado. Presentamos algunos de los descubrimientos e invitamos a nuestros lectores a encontrar más historias y a utilizar este archivo público.

Dos cables de la embajada estadounidense en Guatemala y del Departamento de Defensa, en los que se intercambia información sobre la compra de once aeronaves C-47, permite leer entre líneas la estrecha relación que en la década de los setenta se mantenía y promovía entre militares guatemaltecos, el gobierno estadounidense y las empresas de aquel país.

“Se vio la necesidad del ejército guatemalteco dé más (aviones) C-47 para estimular el desarrollo económico del país y asistir a empresas que tienen contratos válidos (de inversión) como (el campo petrolero de) Rubelsanto, (la mina de níquel) Exmíbal, (la petrolera) Texaco y otros, que necesitan transporte aéreo para continuar sus operaciones de exploración y estudios geológicos”, firmó el brigadier Lucas García el 30 de julio de 1975.

La misiva fue recogida por un telegrama electrónico (1975GUATEM04155_b) clasificado para uso oficial, que informaba al Departamento de la Defensa de EEUU que la embajada norteamericana había recibido una carta del ministro de Defensa guatemaltecto, Romeo Lucas García, en la que solicitaba que se autorizara el envío de once aeronaves C-47 dentro del el programa “Paz Maya”. Ya se había realizado el pago de $259,784.14.

Ocho meses después de la carta de Lucas, el 2 de marzo de 1976, se emite del Departamento de Estado un documento (1975GUATEM03578_b) en el que se informa que el embajador de Estados Unidos tras el “continuo esfuerzo de Lucas para explicar los motivos para la expansión del transporte aéreo” fue invitado para acompañar al comandante general de la Fuerza Área para sobrevolar Guatemala. Durante el viaje el  comandante explicó que la FAG había obtenido US$100mil por los servicios prestados a las compañías petroleras, un 40 por ciento de esta cantidad provenía de las operaciones en Bahía de Amatique. Shenadoah, Rubesanto y Exmibal (la actual Compañía Guatemalteca de Níquel) eran algunas de las viajeras frecuentes del servicio aéreo militar.

El ministerio de Defensa poseía el control de los vuelos privados del país –hacen referencia que sólo hay dos C-47 en manos privadas-.  Un críptico comentario en el que los militares pretendían continuar con los “vuelos de noche” que consideraban como una beneficiosa empresa, no sé específica para quién. El cable hace referencia a la necesidad de continuar con los “impresionantes esfuerzos para construir carreteras para abrir el área al desarrollo”,  construidas también por el ejército con préstamos de Estados Unidos. Termina el documento recomendando la provisión de cinco C-47 más, que serán coherentes con la política de desarrollo de Estados Unidos.

El discurso desarrollista era compartido por los gobiernos de Kjell Eugenio Laugerud García y de Gerald Ford. Como explica la Comisión de Esclarecimiento Histórico, auspiciada por Naciones Unidas, en su informe Guatemala: memoria del silencio, “en lo económico, se asistió a una diversificación productiva en un contexto de modernización, con intentos desde el Estado de impulsar iniciativas de desarrollo; en lo político se consolida la alianza ejército, partidos políticos y sectores empresariales”.

Negocio y competencia contra la cooperativa

Decenas de “Los cables de Kissinger” exponen un especial interés gubernamental por la apertura a la inversión privada estadounidense, bajo un constante “acompañamiento” y “asistencia” por parte de ambos gobiernos.

El investigador Luis Solano, en un documento publicado por el Centro de Estudios de la Frontera Occidental de Guatemala (CEDFOG) el año pasado, concluye con base en documentos desclasificados que “entre 1974 y 1975, durante el gobierno de Laugerud García, y en el contexto del llamado Contrato Paz Maya, fue evidente que el ejército veía la región de la Franja Transversal del Norte como una fuente de riqueza por otras vías, como el uso de la aviación militar en términos comerciales”. Antes de que pudiera concretarse la compraventa de aviones estadounidenses, los militares optaron por la opción de naves Aravá de Israel.

Si bien el argumento esgrimido por los militares era el transporte de población y la comercialización de granos básicos, Solano señala dos objetivos ocultos: ser medio vital para los inversionistas petroleros y mineros en la Franja Transversal del Norte; y cortar con el control que ejercía la Iglesia católica y su proyecto de cooperativas en la comercialización de granos básicos y traslado de personas. Éste proyecto era dirigido por Guillermo Woods, sacerdote de la orden Meryknoll (Monte María). “La muerte de Woods, en un accidente de aviación en 1976, hecho achacado al ejército, fue vital para que los militares asumieran el transporte (aéreo) tan ansiado en la zona con aviones israelíes”.

 

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