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El Estado amanece por nor-oriente

El resultado más importante del éxito en la concentración del poder es la capacidad de producir un sistema legal homogéneo, aplicable a todos por igual y para ordenar el caos de los primeros momentos.
En Guatemala hay pocas investigaciones sobre estos temas históricos y en especial el oscuro tramo de la ruptura del proyecto federal.
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El Estado amanece por nor-oriente

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En ciencias sociales, los libros de calidad se publican en el exterior. De repente se produce una excepción y en Guatemala aparece un libro notable, de extraño nombre y profundo contenido; su autora es una investigadora guatemalteca, Matilde González-Izás, que obtuvo su doctorado en el Colegio de México. Escribió sobre la formación del Estado utilizando un enfoque teórico novedoso que utiliza de manera creadora.

Hipotetiza con los datos disponibles que el Estado es el resultado de la unidad de territorios, a los que entiende como los espacios sociales construidos por relaciones de producción, el comercio, la política y ejercicios de dominación. Todo proceso de formación del Estado tiene como rasgo común constitutivo, una irrecusable tendencia centralizadora del poder que es tanto como decir unificación de territorios y población, ampliación de jurisdicciones, concentración de riquezas, monopolización de la producción, del comercio del tráfico de otros bienes.

El resultado más importante del éxito en la concentración del poder es la capacidad de producir un sistema legal homogéneo, aplicable a todos por igual y para ordenar el caos de los primeros momentos. Con todo ello aparece la existencia de funcionarios, una burocracia que es la expresión humana del aparato de la dominación. Frecuentemente la unificación de los territorios, de población o de riqueza, es el resultado de guerras y acciones armadas. En la voluntad de territorialización del Estado hay actos de violencia; el control del espacio llevó a la guerra y por ello la guerra es el instrumento más importante en la creación del Estado.

En Guatemala hay pocas investigaciones sobre estos temas históricos y en especial el oscuro tramo de la ruptura del proyecto federal, que habría tal vez convertido a la antigua Capitanía General del Reyno de Guatemala por su tamaño geo-demográfico en un gran Estado intermedio. Los trabajos que existen están referidos al estudio de los procesos que ocurrieron con los núcleos territoriales centrales, los más buscados y desarrollados, donde comienza la vida urbana en lo que será la Capital como asiento de la burocracia postcolonial, de las jerarquías religiosas y de los estamentos militares. El Estado nacional fue la reunificación o el rompimiento del poder colonial que se fragmenta en territorios o regiones, unos con grandes riquezas, otros carentes de subsuelos ricos o buena tierra, o mal comunicados. Guatemala pasó por la experiencia de tener fronteras frágiles con vecinos coloniales más poderosos, como la acechanza imperial de la Gran Bretaña. Los conservadores, con Carrera y mediante engaño inglés, cedieron Belice, territorio al que no se le dedicó atención por su posición estratégica, por su riqueza hídrica y forestal y por su subsuelo. Los liberales, con Barrios a la cabeza, cedieron territorios al noreste del Usumacinta colindantes con México. El Estado de los Altos, con voluntad separatista, estuvo a punto de convertirse en un nuevo Estado, que volvió a la nación después de una corta guerra de por medio y la derrota liberal.

El trabajo de González-Izás se ocupa de conocer el destino del territorio nor-oriental de Guatemala (Zacapa, Chiquimula, Puerto Barrios), que durante el tiempo colonial no tenía fronteras precisas y se encontraba integrado comercialmente con Honduras. Aquí también se formó una elite criolla en una región habitada por chortíes. En esta parte la tesis de González-Izás alcanza su originalidad al utilizar una enorme cantidad de datos que enriquecen la información analítica. En el período poscolonial, el territorio nor-oriental se convirtió en un territorio estratégico, pues por allí pasaron, una y otra vez las tropas liberales mandadas por Morazán. Y fue en La Arada, Chiquimula, donde ocurrió la inesperada derrota de los ejércitos federales, dirigido por los generales más prestigiosos de la época, a manos del joven caudillo Rafael Carrera. El control del espacio siempre fue una preocupación significativa para la oligarquía y para los intereses extranjeros. En esta región se produjeron movimientos campesinos conservadores, como la rebelión de la Montaña; la élite oriental tuvo fama de tener una mentalidad militar, hábitos violentos, un intenso racismo. Años después fue en esta región por donde ingresó al territorio nacional el ejército anticomunista de Castillo Armas y donde se combatió a la primer guerrilla revolucionaria. Esta región nunca dejó de pertenecer a Guatemala, por el fuerte nacionalismo conservador que nutrió a los grupos sociales de los españoles pobres, criollos que lograron ejercer el control donde se mezcló el comercio, la violencia, la economía y la política para afirmar su desarrollo como territorio nacional.

Para comprender mejor la historia de las élites territoriales es útil analizar al Estado, que no solo tiene una función clave en los procesos de democratización y cambio estructural, sino constituye un actor insustituible en el impulso del desarrollo económico social y en el logro de objetivos concretos en materia de políticas públicas. En la medida que utilicemos al Estado en las experiencias del cambio social y político nos veremos obligados a respetar la historicidad intrínseca de las estructuras geopolíticas. Y el enfoque de Matilde termina aconsejando observar el comportamiento de las élites políticas de la región frente a los intereses transnacionales, a observar la contradictoria actuación que definen el curso de la política estatal y el destino nacional. Este señalamiento es otro mérito del libro que ahora presentamos.

 

Editorial Cara Parens-URL, Guatemala, 2014, 380 pgs.

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