Un salón de clases desordenado

Investigación y textos: Javier Tobar
Edición: Francisco Rodríguez y Enrique Naveda
Diseño web: Dénnys Mejía
Desarrollo: Erick Alvarado
Ilustraciones: Suandi Estrada y Dénnys Mejía
24 de marzo de 2021

Hay muchas formas para explicar cómo funciona el Organismo Legislativo, podría ser a través de sus votos, las alianzas o la agenda que impulsan. Es lo común. Otra forma es pensar que son un gran salón de escuela, y entonces algunas ideas cobran sentido: está el grupo revoltoso, los tramposos, los bien peinados pero crueles, los nerdos poco populares y los que solo quieren quedar bien con el profesor, no importa cómo. Este mapeo del congreso, basado en tendencias de votación, entrevistas a diputados y aprobaciones de leyes trascendentes, explica bancada por bancada y cómo, desde enero de 2020, este salón de clases es siempre un alboroto hasta que el profesor exige orden.

Alejandro Giammattei asumió la presidencia el 14 de enero de 2020. Pero no a las 14 horas, sino mucho más tarde. Fue hasta ya entrada la noche, casi a las 8. En el Teatro Nacional, la juramentación del mandatario estuvo a cargo de Allan Rodríguez, quien unas horas antes, también tras una larga demora, asumió como presidente del Congreso. Solo con el paso del tiempo se supo que detrás de esos atrasos en el ceremonial había una movida que definiría el tablero de la política de Guatemala.

Todo gira en torno a los intereses de los diputados, los políticos y los partidos que los respaldan. En resumen, en ese salón de clases hay tres grandes engranajes que hacen que se mueva ese sistema: el control de la política, el del presupuesto y el de la justicia.

Para un diputado, controlar la política implica ser parte de un partido fuerte y pertenecer a una alianza importante: eso le abre las puertas del presupuesto. Así puede conseguir que adjudiquen contratos para empresas afines, plazas para sus allegados o favores para empresas, como licencias o permisos que les dan ventajas.

A su vez, acceder al presupuesto del Estado abre las puertas para financiar su partido político, que luego le permite ganar las siguientes elecciones. Según un informe de CICIG, citando a Acción Ciudadana, los partidos políticos gastaron en 2011 más de 578 millones de quetzales. Y controlar (cooptar) la justicia les garantiza que sus delitos queden impunes (por lo menos mientras dure su dominio).

El 14 de enero de 2020 fue el primer día de clases, pero desde muy temprano los engranajes estaban funcionando a toda marcha. Eso retrasó varias horas el ritual de la transición del mando en el Congreso y la Presidencia. Varios invitados internacionales se mostraron incómodos ese día y algunos se retiraron.

Entre los más molestos y quejumbrosos estaba Nayib Bukele. El presidente salvadoreño se descargó y bromeó en Twitter. Otros presidentes y diplomáticos solo esperaban impacientes, pero sentados y en silencio. Alguna delegación se marchó directa al aeropuerto.

Ese día parecía haber contratiempos en el programa. Pero la razón del retraso en la juramentación de Alejandro Giammattei, y horas antes, en la toma de posesión de Allan Rodríguez, tiene una explicación política.

En la mañana del 14 de enero y parte de la tarde, la cúpula de Vamos, el partido que tomaría posesión en el Ejecutivo y el Legislativo, todavía estaba terminando de organizar a la alianza que le ayudaría a gobernar el Congreso durante el 2020.

Y el 2021.

Alejandro Giammattei y su alumno favorito de Vamos, Allan Rodríguez, se aseguraban el apoyo de 76 diputados del partido oficial, de Bienestar Nacional (Bien), el Frente de Convergencia Nacional (FCN), el Partido de Avanzada Nacional (PAN), el Partido Humanista, el Partido Unionista, Valor, Victoria, Prosperidad Ciudadana, Todos, Unión del Cambio Nacional (UCN) y Visión con Valores (Viva).

Pero 76 no eran suficientes. Para controlar el Congreso necesitaban al menos 81 votos. Así que a última hora sumaron a 6 congresistas de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) -supuestamente el mayor partido de oposición-, lo que les permitía aglutinar una ajustada mayoría. Solo cuando esta alianza quedó firme, los fastos oficiales del 14 de enero pudieron comenzar.

Desde esa fecha, la alianza oficialista estableció acuerdos para controlar la política a través de la elección de los magistrados del Tribunal Supremo Electoral. Además, consiguió luz verde para ejecutar millonarios préstamos en el 2020 y la aprobación del presupuesto 2021 -aunque después dio marcha atrás-. Y además, consiguió juramentar a dos magistrados afines en la Corte de Constitucionalidad -aunque solo uno tomó posesión-, al tiempo que evitó la elección de magistrados de las altas cortes bajo las reglas que le exigían descartar a los candidatos no idóneos.

Así, el profesor Giammattei desde fuera del salón de clases, los diputados Vamos y otros grupos de niños han conseguido desde dentro mucho de lo que querían en el Congreso, y prolongado, en buena medida, la agenda definida en tiempos de Jimmy Morales.

En contraste, los diputados de la oposición, que asisten por primera vez a clases, con una importante desventaja númerica y con poca experiencia en las técnicas parlamentarias, han sido testigos del poder de la aplanadora oficialista. Para principios del 2021, la oposición está conformada por unos diputados de las bancadas Semilla, Winaq, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP) y fracciones de las bancadas UNE, Bien, Creo, Victoria y PAN.

Así está dividido el salón

Lo normal es que este salón sea un caos, pero hay días (votaciones) que el grupo más grande trabaja en equipo como si fueran los mejores amigos.

En el Congreso interactúan unos 28 grupos de diputados que se aproximan o se separan entre sí, dependiendo de su agenda, sus posiciones políticas y sus intereses; en algunos casos son bancadas completas y en otras solo son facciones de los bloques.

En este mapa se expone la situación de esos grupos a finales del 2020 y principios del 2021.

Cada círculo representa a un grupo de diputados; dentro de cada uno está el apellido de su principal representante y el número de escaños.

Mientras, en el plano cartesiano se presenta la dimensión justicia. Hacia la derecha están los grupos más proclives a favorecer un sistema de justicia independiente, quienes se oponen están hacia la izquierda.

Los intentos de la oposición para elegir magistrados de la Corte Suprema de Justicia y la Corte de Apelaciones en el 2020 inclinan a la oposición del lado derecho, y los esfuerzos del oficialismo para evitar esa elección a la izquierda.

En la dimensión institucional se posicionan hacia arriba las bancadas más propensas a votar por iniciativas que garantizan el estado de derecho, hacia abajo las que tienen inclinación por iniciativas que socavan la institucionalidad.

Por otro lado, el voto a favor de las reformas a la Ley de ONG, o la aprobación del presupuesto 2021 sin discusiones, posiciona al oficialismo hacia abajo y a la oposición hacia arriba.

Las dinámicas parlamentarias provocan que este mapa cambie con el paso del tiempo, debido a la división de los bloques, los intereses de cada diputado y de su grupo, y las agendas alrededor de temas vitales en la agenda política.

Los 90 votos oficialistas

A la izquierda abajo está la alianza oficialista: Vamos (17 votos), representada por Allan Rodríguez; UNE-A (26 votos) por Estuardo Vargas; UCN (12 votos) por Sofía Hernández; Valor (9 votos) abanderada en ese momento por Luis Alfonso Rosales; FCN (8 votos), que encabeza Javier Hernández; Viva (7 votos) por Rudy Gonzalez; PAN-A (1 voto) por Manuel Conde; Prosperidad Ciudadana (3 votos) por Hernán Morán Mejía; Partido Humanista-A (4 votos) por Lecsan Mérida; Podemos (1 voto) por Alejandro de León; y dos diputados independientes.

Los 18 votos intermitentes

Muy cerca a la alianza oficialista y, eventualmente, votando en la misma línea están: Partido Unionista (3 votos) representado por Álvaro Arzú; Una parte de Bien-A (4 votos) dirigida por Fidel Reyes Lee; Partido Humanista-B (2 votos) por Estuardo Rodríguez-Azpuru; Creo-C (2 votos) por Luis Alberto Conterras Colindres; y TODOS (7 votos) por Felipe Alejos. Éste último grupo se distanció de Vamos a partir de agosto de 2020 y ya solo dos diputados siguieron votando de cerca con la alianza oficialista: Boris España y José Ubico.

Los 4 de la periferia

A la periferia del oficialismo está CREO-B (2 votos) representado por Oscar Chinchilla y Cristian Alvarez. Y al margen de ese esquema está CREO-A (2 votos) representado por Rodolfo Neutze y Adela de Torrebiarte, quien falleció en diciembre. El diputado que ocupa su lugar es José Alberto Rivera.

Los 48 de la oposición

Del otro lado está la oposición: UNE-B (26 votos), representada por Carlos Barreda; Semilla (7 votos), por Bernardo Arévalo; Bien-A (4 votos), por Evelyn Morataya; Winaq (4 votos), por Sonia Gutiérrez, aunque de esta bancada Aldo Dávila está distanciado; URNG (3 votos), abanderada por Walter Félix; Victoria (2 votos), por Juan Carlos Rivera; PAN-B (1 voto), por Eduardo Zachrisson, y MLP (1 voto) por Vicenta Jerónimo.

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