El Diccionario de la Real Academia Española define demagogia como la «degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder». Esta definición le calza muy bien a Giammattei por las concesiones anunciadas durante la conferencia conjunta con el vicepresidente Guillermo Castillo del 4 de diciembre de 2020.
En esa ocasión Giammattei ofreció la remoción de Gendri Reyes del cargo de ministro de Gobernación por su responsabilidad en la represión violenta de las protestas ciudadanas de noviembre pasado en rechazo al presupuesto que el Congreso había aprobado para 2021, entre otras demandas. Hábilmente Giammattei encubrió y protegió a Reyes condicionando su destitución a un informe del Ministerio Público y a la publicación del informe de la misión especial de la Organización de los Estados Americanos.
Reyes es uno de los cuadros más cuestionados y problemáticos del gobierno de Giammattei. Goza de protección del oficialismo, lo cual se constituye en un manto de impunidad. Pocos días después de los hechos violentos, la alianza oficialista en el Congreso no votó a favor de recomendarle a Giammattei la destitución de Reyes, lo cual sería la primera de muchas peticiones. La Universidad de San Carlos, el Procurador de los Derechos Humanos y numerosas y diversas organizaciones sociales también han pedido la destitución de Reyes por la responsabilidad de este en los sucesos de noviembre de 2020, pero también por muchas otras razones, incluyendo el incremento de la violencia contra la mujer y los femicidios. La oposición en el Congreso de la República está interpelando a Reyes, juicio político que se ha visto retrasado y obstaculizado como otra prueba de la impunidad y la protección que el oficialismo le granjea.
[frasepzp1]
La demagogia de Giammattei queda expuesta de manera evidente en el hecho de que este mantiene a un verdadero gánster y delincuente de corbata en el cargo al mando de las fuerzas civiles de seguridad y con otras responsabilidades delicadísimas. El ofrecimiento del 4 de diciembre fue un embuste más del presidente, una táctica inescrupulosa para reducir la tensión en el ambiente político, un ardid como lo fue aparecer en público junto al vicepresidente Castillo, como si de verdad hubiesen llegado a un acuerdo de paz. En la vergonzosa escena protagonizada por Giammattei en vivo el miércoles 10 de marzo quedó claro que el supuesto acuerdo con el vicepresidente fue mentira, como también el ofrecimiento de destituir a Reyes. En chapín llano, volvió a babosearse a la ciudadanía.
El problema es que estas baboseadas a la ciudadanía tienen un límite y que la protección del actual ministro de Gobernación tiene un costo. Me preocupa mucho que Reyes está muy endeudado con sus protectores y que para pagar deberá estar listo y dispuesto a hacer cualquier cosa. Y lo peor es que estas son sus deudas conocidas, pero no deben descartarse otros acreedores, incluyendo sectores del crimen organizado. En otras palabras, tener como ministro de Gobernación a alguien de esta calaña y con estos compromisos es peligrosísimo, una bomba de tiempo.
¿Qué tienen planeado Giammattei y sus aliados como para que sea tan importante y estratégico mantener a un gánster como Reyes de ministro de Gobernación? ¿Cuál es su agenda en materia de seguridad y de justicia en la que este señor es una pieza clave para su ejecución? ¿Qué tiene esta agenda que un ministro de Gobernación honrado y legítimo no puede hacer y este gánster sí?
No dejemos de lado exigirle a Giammattei que destituya a Gendri Reyes.
Más de este autor